El Gobierno nunca pensó en las características que adquirirían las demandas que la ciudadanía está manifestando hoy. Después de un año de cierta tranquilidad política ocasionada por el terremoto de Febrero de 2010, la ciudadanía y en especial los estudiantes salieron a las calles manifestando un descontento y peticiones de cambio, que desde hace muchos años no se veía en el país.
Es claro que el Ejecutivo jamás pronosticó este tipo de demandas, por lo que su respuesta ha sido confusa y vacilante, generando una caída insospechada a su popularidad.
La lógica del conglomerado de gobierno era profundizar aún más el modelo neoliberal, el cual ya se había profundizado en los gobiernos de la Concertación sin mayor inconveniente.
Por tanto “quién mejor para administrar y perfeccionar este modelo que sus propios creadores”.
Así, su política en el plano social era continuar con nuevos y diversos subsidios, pero mejorando “la competencia” de los prestadores privados y la focalización en los usuarios.
En el plano económico, aumentar los espacios de participación de la empresa privada, promoviendo el emprendimiento, la inversión extranjera y minimizando las regulaciones a su iniciativa; y por supuesto en un marco de protección férrea al orden público.
En definitiva, ningún intelectual del grupo Tantauco, o personero del segundo piso de La Moneda, pensó en algún momento, que la ciudadanía quería cambiar el Modelo, ya que sus indicadores presentaban una economía en crecimiento y un aumento del consumo en los habitantes del país, ¿acaso, no es eso felicidad?
A dos años de terminar el Gobierno, el ejecutivo no tiene mucho espacio de maniobra, ya que además de no saber cómo efectuar un cambio al modelo, se dice que no está en su ADN hacerlo; por tanto sólo le queda asemejar su accionar a las políticas desarrolladas por la Concertación, diseñando iniciativas tendientes a “suavizar el modelo”, pero introduciendo una pequeña pero significativa innovación: “la letra chica”.
En este escenario “con más de lo mismo”, es de suponer que las demandas ciudadanas se ampliarán hacia otros ámbitos y aumentaran en profundidad.
Así, además del tema educacional que seguirá en alza, se cuestionará la lógica individualista y mercantil del modelo previsional (AFP), del modelo de salud (ISAPRES), del transporte público (administrado por privados), las carreteras concesionadas, entre otros. Por tanto, es esperable que continúen las manifestaciones ciudadanas, con “marchas por la Alameda”, los “paros” llamados por diversos sectores y el “caceroleo nocturno”, hasta los últimos días del actual Gobierno.
Pero la oposición -es decir, la Concertación, o la Concertación con otro nombre-, que cuenta con amplias posibilidades de ser el próximo Gobierno ¿está preparada para realizar un cambio al Modelo?
En otros términos ¿está preparada para establecer una hegemonía pública o estatal en áreas como la educación y sus diferentes niveles; en la Gran Minería del cobre; en la salud; en la previsión; en el transporte; el agua; la electricidad; entre otros?
¿Está preparada para fijar el precio a los consumos básicos de la población?
¿Está preparada para crear empresas del Estado que sean “de punta” y abastezcan al mercado nacional y de países vecinos?
Es decir, un plan que permita a la ciudadanía recuperar el modelo existente antes de Pinochet, donde el Estado era el actor principal en las prestaciones sociales y en el bienestar de la población.
Ello, porque si se analiza lo central del discurso que se exclama en todas las demandas de la ciudadanía hoy, y que estará presente en las próximas, será en definitiva eso; tal vez con otra denominación, otra retorica, pero en lo central será construir de manera participativa el modelo que una vez tuvo Chile. Algunos intelectuales dirán que ese modelo fracasó, aludiendo a múltiples causas y estadísticas. Pero lo que siente la ciudadanía es que nunca fracasó, sino que se lo arrebataron.
Ahora bien, si la oposición no está preparada para satisfacer este tipo de demandas, es mejor que no sea el próximo Gobierno y que continúe la derecha gobernado, ya que sin propuestas en la línea descrita, la ciudadanía hundirá y desprestigiará por muchos años a la coalición que se instale nuevamente en el sillón presidencial.