Ha culminado exitosamente una nueva Teletón, y al igual que en ocasiones anteriores ha existido el infructuoso intento de unos pocos por empañar la misma, cuestionando algunos aspectos de una jornada solidaria de la cual los chilenos debemos sentirnos unánimemente orgullosos.
Esas voces –menores y aisladas- no hacen sino agrandar la figura de quien desde su inicio ha empujado esta inigualable obra, Mario Kreutzberger, don Francisco.
Resulta incuestionable que Mario Kreutzberger sea por lejos uno de los chilenos más destacados en el último siglo de nuestra historia. El impacto de Mario Kreutzberger y su obra excede por mucho sus logros profesionales como animador de Televisión. En ese ámbito, sin lugar a dudas ha sido el mejor, triunfando en EEUU y toda Latinoamérica,pero Mario,me tomaré la licencia de tutearlo, es mucho más.
Mario ha hecho algo que nadie en Chile jamás ha igualado y que quizás nadie jamás iguale. Ha unido a Chile en toda la dimensión que tiene la palabra unidad.
Mientras en la vida cotidiana muchos segregan, Mario une.
Mientras en el día a día muchos se enfrentan, Mario reúne.
Mientras aflora la tensión Mario distiende.
Mientras prima el individualismo, Mario nos enseña que hay que priorizar el bienestar colectivo.
Mientras muchos apuestan por el egoísmo, Mario se la juega por la generosidad.
Cuando algunos hacen gala de intolerancia, Mario da cátedra de pluralismo y diversidad. Y por sobre todas las cosas, cuando en nuestra sociedad se discrimina –como ocurre paradigmáticamente con las discapacidades físicas-, Mario integra.
La Teletón es sin lugar a dudas la manifestación más elocuente de lo expresado. Sin embargo el compromiso de Mario por estos valores, por la causa de la unidad y la integración de todos excede las 27 horas de la misma. Ha sido el motor de su vida.
Por ello ayer cuando –al igual que lo hago desde que tenía 11 años de edad- veía la Teletón, y hacía –ahora junto a mis hijos- el aporte familiar a esta noble causa, no pude dejar de pensar que afortunados somos los chilenos de tener a Mario Kreutzberger, el mejor de los nuestros.
La Teletón es una verdadera jornada cívica que saca el máximo de cada uno de nosotros.
Al igual que ocurre en los días de elecciones, en los cuales pareciera que el país experimenta una inusual calma, y uno puede concurrir a votar con sus hijos enseñándoles el valor de la democracia y la participación, la Teletón nos permite enseñarles a nuestros hijos otra dimensión de la democracia y la participación, la generosidad y la empatía con el otro. Y ello se lo debemos en gran medida a Mario Kreutzberger.
Mario Kreutzberger nos ha enseñado en más de tres décadas de Teletón que uno no puede ignorar el sufrimiento de los demás.
Podemos y debemos ser partícipes y responsables el uno por el otro. De allí que en estas horas de alegría y unidad, con todo cariño y respeto Chile entero debe decir
¡Gracias Mario!