La prensa de los chismes se llenó de páginas acerca de la división de la Concertación, el jueves 24 pasado, en la última etapa del trámite del Presupuesto de Educación para el 2012.
No fue así.
Teníamos diferencias de fondo, pero no nos dividimos, fuimos capaces de tener una posición común, lo que hace más valiosa la conducta que adoptamos. Lo digo ya que propuse la posición que supimos mantener.
Veamos:
Había dos opciones, una la A, quería votar a favor la propuesta del gobierno, valorando los avances que se habían incluido en la misma, la otra la B, rechazaba el acuerdo con el gobierno al eludir el problema de fondo del financiamiento.
Es cierto que el ambiente se tensó y acaloró.
¿Cómo lo superamos?
El primer acuerdo, el jueves en la noche, fue:
1) Reconocer nuestras diferencias, aceptando que se hicieran públicas.
2) Establecer el compromiso que ningún actor, a título individual o de grupo, suscribiría compromisos por separado con el gobierno.
3) Reconocer el derecho de votar a favor o en contra, respetando las convicciones de cada cual.
Luego, el gobierno sintiéndose ganador y con la torpeza que lo caracteriza presentó la propuesta definitiva, en ella se “recortaba” parte de lo ofrecido a los negociadores.
Al iniciarse ya en la mañana del viernes 25, la votación final, los senadores agregamos un compromiso que confirmó nuestra actitud común, la decisión fue no votar, ni a favor ni en contra.
Con ello, habría Presupuesto el 2012, pero es el gobierno el que asume la responsabilidad política por lo limitado y estrecho de su política, ya que aumenta menos que el promedio de todos los Presupuestos de Bachelet.
Todo lo anterior fue rigurosamente respetado en las votaciones en la Sala, incluyendo el rechazo al Fondo de Educación de ficción instalado en la partida de Tesoro Publico, exigiendo una ley permanente.
Los que publican que estamos divididos que cuenten “la firme”.