En ocasiones la historia nos sorprende con sutilezas, oportunismos, y hasta crueles coincidencias. Ello es precisamente lo que ha ocurrido con el inaudito homenaje organizado al coronel (R) Miguel Krassnoff.
Precisamente hoy 18 de noviembre se cumplen exactamente 37 años desde el día en que la joven periodista Diana Aron Svigilsky fuera secuestrada mientras transitaba por Avda. Ossa en dirección a la casa de unos amigos. En la ocasión fue baleada, trasladada a Villa Grimaldi primero, y luego a una clínica clandestina de la DINA, perdiéndose todo rastro de la misma.
Por el secuestro, tortura y posterior desaparición de Diana Arón el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Alejandro Solís condenó a quince años de prisión precisamente al “homenajeado” coronel (R) Miguel Krassnoff. Dicha sentencia forma parte de los 144 años que el referido Krasnoff purga actualmente en Punta Peuco.
Los relatos que constan en el proceso judicial dan cuenta que éste participo de las torturas a la joven periodista con especial encono, por ser ella una mujer de izquierda y judía.
Así, al grave atropello a los Derechos Humanos de que fue víctima Diana Aron, se sumó el antisemitismo del hechor.
Más de alguien describió lo ocurrido entonces como un “festín antisemita” y de hecho un testimonio recogido en el libro “Confesiones de un torturador” de Nancy Guzmán resulta escalofriante : “Krasnoff la agredió con tal brutalidad que le produjo una hemorragia que todo el suelo quedo con un charco de sangre que debe haber sido parte del feto que perdió por culpa de los apremios…Krasnoff salió de la sala de tortura con las manos ensangrentadas gritando, “además de marxista, la conchesumadre es judía….hay que matarla”.
De allí que frente a este vergonzoso homenaje, el recuerdo de Diana Arón asome como un fantasma para todos aquellos que participaron en su secuestro, tortura y desaparición forzada, y sirva más que nunca de testimonio a Chile entero.
Diana Arón a 37 años de su desaparición nos recuerda a todos que estos brutales actos delictuales, no pueden ser tolerados, aceptados, justificados ni por cierto homenajeados.
Resulta inconcebible que en Chile todavía algunos (aunque sean pocos) relativicen las graves violaciones a los Derechos Humanos cometidas. Sin distinciones políticas se deben repudiar dichos hechos, tanto por quienes sabiendo de los mismos los ignoraron, como por quienes tardíamente se enteraron de ellos.
Pueden existir diferentes aproximaciones y puntos de vista para explicar porqué Chile en esos años llego a tan dramático abismo, pero debe existir consenso nacional que estas graves violaciones a los Derechos Humanos de muchos ciudadanos resultan repudiables.
Sólo una sociedad con memoria histórica y arrepentimiento sincero será capaz de evitar que atrocidades como las que sufrió Diana Aron nunca más vuelvan a repetirse.