Roberto Matta es un personaje excepcional y como él mismo se autodenominaba, un “VERTOR” y decía: “Lo que a mí me interesa es el verbo ver, no pintar, y entonces soy más bien algo como un `VERTOR`. Trato de detectar dónde están los escándalos, las cadenas, las trampas. Y no se trata de pintarlas: la gente debe aprender a abrir los ojos, no a mirar pinturas”.
Su propia fecha de nacimiento: 11 del 11 de 1911 es un juego de imaginación numérica y la conmemoración de su centenario nos ofrece un espacio para disfrutar su originalidad y maravilloso arte, que nos abre a la infinitud, eliminando los puntos de fuga y la línea del horizonte, y nos hace observar la realidad desde los más diversos puntos de vista, como él mismo lo plantea: “para ver la realidad misma del fenómeno”.
Para mí es un honor haberlo conocido, a raíz de sus viajes a Chile en los años 70.
Posteriormente, compartimos con él un par de ocasiones en Tarquinia, Italia. No puedo dejar de mencionar la emoción con que nos mostraba los cojines que había hecho con las arpilleras que le habían enviado desde Chile familiares de detenidos desaparecidos.
Como olvidar en una ocasión que Tencha, mi madre, estaba en Inglaterra y llegó un paquete al hotel. Le había enviado un abrigo probablemente dándose cuenta de que en ese momento no estaba lo suficientemente abrigada para el clima de Inglaterra.
Pequeños detalles, pero que hacían a ese hombre que era Matta.
Artista solidario, que siempre entregó su apoyo a las causas como la libertad, la igualdad, la paz. Sus visitas a nuestro país entre 1970 y 1973 posibilitaron que muchos jóvenes muralistas tuvieran la oportunidad de trabajar y aprender con él.
Es famoso el mural, el primer mural, que se llamó “El primer gol del pueblo chileno”, creado con la brigada de Ramona Parra, que fuera literalmente borrado durante la dictadura y recuperado muy recientemente emplazado en una comuna popular como La Granja.
La amistad que uniera a mi padre y a Tencha, sobre todo después en el exilio, y ese cariño hacia la figura del Presidente Allende, se expresa en las obras que fueron donadas al Museo de la Solidaridad, que forman parte de su colección permanente.
Matta es uno de los artistas más originales, creativos y reconocidos en el mundo que tenemos el orgullo de saberlo chileno, aunque tal como una vez dijo, se había puesto chileno después del golpe del 73, por la solidaridad que le había generado en el mundo la tragedia del Palacio de La Moneda.
Decía: “No me siento solo chileno, a mí me viene una cosa patriótica respecto de todos los países en los que matan a la gente. Yo tengo más bien un amor matrio, me interesa identificarme con esas cosas que van a procrear y crear valores”.
Matta es un artista para el cual ver significa todo, porque según él esa es la única manera de abrir la conciencia y reponer el asombro del ser humano.
Para Matta, el espectador tiene que liberar su imaginación y poseer el cuadro, y que cada quien se dé cuenta que tiene un “ojo-ser”, que le permite mirar la realidad del mundo, y tal como lo declaraba: “Yo no pinto, yo veo manchas en un cosmos. Yo parto de las manchas. Como la gente ve vacas en las nubes, yo veo mundos en las manchas”.
Cuando Cecilia Valdés lo llamó para comunicarle del Premio Nacional de Arte que se le entregó al recuperarse la democracia, Matta respondió: “No sé recibir premios. Nunca, por principio (propio de los surrealistas). ¿A quién se lo puedo pasar? Me gustaría cedérselo a un artista joven que valga la pena. Lo vamos a dar. Porque soy una especie de subdesarrollado que se ha desenrollado y se ha desarrollado. Hay que darle un valor al alma. Gracias por esto. No recibo premios. No quiero honores en mi vida. Me voy para no tenerlos. Siempre me he escapado” Y en forma repentina cambió de tema.
Matta realmente es un orgullo para Chile y para todos nosotros. Siempre tendremos presente ese espíritu fresco, esa originalidad, ese humor, esa genialidad, esa rapidez para inventar frases, para expresar lo que sentía y la plena conciencia de que siempre estaba apostando por la utopía cotidiana.
En el día de su centenario, lo recuerdo cuando él decía: “Yo creo que lo que se puede decir es que la utopía se parece al sueño en la vida corriente: si tú no duermes, te vuelves loco, de manera que tienes que dormir. Tiene que haber un sueño, tienen que haber un proyecto común que corresponda al sueño, que corresponda a soñarse en una cosa formidable que te saca del dolor cotidiano”.
¡Matta siempre presente!