Hace unos días, asistí a una exposición en la Academia Diplomática, acerca de recursos pesqueros. Esta conferencia fue dictada por el Sr. Ami Mathieson, ex ministro de Pesquería de Islandia y quien actualmente es Director Adjunto de Pesca y Acuicultura de la FAO.
El Sr. Mathieson refleja fielmente la opinión que nosotros tenemos de los nórdicos. Es una persona más bien parca, y muy directo y claro al exponer sus puntos de vista. Sin duda alguna, su opinión es muy importante, sobre todo en estos momentos en que el Ejecutivo se apronta para mandar al Parlamento, un proyecto de ley de pesca que reemplace al actual.
En su exposición aseveró que el mejor sistema de administración, el que mejor vela por la sostenibilidad de los recursos, es el de “Cuotas Individuales Transferibles”. Que este sistema es la tendencia mundial, y que 22 países pesqueros han adoptado ese camino.
La base de su argumentación está en que “de esa manera se introducen incentivos para que se cuiden las pesquerías: mientras mejor sea el estado del recurso, más valor tiene su cuota en el mercado. Y eso contribuye a su sostenibilidad. Asimismo, define los derechos de propiedad, mejora la calidad de las capturas, reduce el esfuerzo de pesca y permite una asignación económicamente más eficiente de cuotas”.
Refiriéndose a las subastas, Mathieson dijo que no son recomendables: “los que se las adjudican, pagan un sobreprecio. Por lo tanto, lo que hemos visto en los países que se han aplicado, es que los adquirientes presionan a las autoridades para que les suban las cuotas asignadas, ya que los precios que pagan sobrepasan los ingresos que podrían obtener. Los Gobiernos se enfrentan a la encrucijada de aumentarles la cuota o dejar que quiebren, con el consiguiente descalabro para los trabajadores”.
El Sr. Mathieson incluso fue más allá, ya que en sus conclusiones señaló: “Las subastas generan un incentivo perverso, contrario a la sostenibilidad de los recursos”.
Mi pensamiento es que por definición las subastas de cuotas pesqueras son depredadoras.
Si me adjudico una cuota, “sacaré hasta el último pez que pueda capturar, sin importar el estado del recurso”.
Y si soy una empresa transnacional y estoy comprando un derecho a pescar, ¿me importa la sostenibilidad de esos recursos por los cuales pagué?
Importante dilema enfrenta el Gobierno en la futura ley de pesca. ¿Cuál será el camino que se seguirá? ¿Conservar o rematar?