El gran debate de los últimos días, además de la controversia entre el Gobierno y la Oposición y las dificultades sociales que hoy afloran en la comunidad nacional, ha sido el comportamiento de la Concertación para muchos chilenos.
La forma de expresar estos sentimientos en las redes sociales con frases rotundas: la política es un fracaso nacional, la Concertación ha muerto, debemos refundar y ampliar, yo también quiero ser candidato a presidente y tenemos derecho a renovar los actores políticos.
Las preguntas de fondo son otras.
¿Qué ha pasado en Chile para que una Concertación de Gobierno fuese exitosa y se la matara ya como una entidad inservible?
¿Qué ha pasado en el Gobierno para que a los 15 meses de asumir ya estén en franca controversia sobre temas importantes?
¿Qué ha pasado en el país para que haya tal nivel de reclamos con cifras macroeconómicas razonables?
No hay respuestas unánimes a ninguna de estas preguntas pero creo que por lo menos debemos esbozar lo que pensamos aprovechando estas mismas redes.
La Política es el arte de gobernar y generar ciudadanía y los políticos no son otra cosa que la flor del árbol que es lo que las raíces permiten que sea.
Luego entonces, no sólo el mundo político es responsable, sino también los cambios y nuevas apetencias de la base social de una sociedad abutagada con una propaganda de individualismo y demanda de riqueza no puede esperarse una Política con mayúscula.
Sin perjuicio que también es una obligación inescapable de quienes ejercemos esa dirigencia política de conducir y dirigir contra el viento si es necesario para que sean los valores inmanentes de Chile.
La Concertación fue concebida desde su comienzo como una respuesta ética a una dictadura que había agotado la paciencia de los chilenos y arrasado con la dignificad de las personas.
De esa ética esencial surgía también la obligación de buscar el poder para hacer un país más justo en la concepción laica, socialista democrática y del humanismo cristiano porque para eso son los partidos políticos.
Cuando la Concertación pierde el poder no puede considerar que haya fracasado porque es la legítima alternancia que nace de aciertos y errores de los postulantes al Gobierno del país.
Lo que no le está permitido es olvidar que la democracia es respeto y consideración, inteligencia y primacía del Bien Común sobre el interés particularísimo de cada actor.
El país a su vez, aparece desorientado e indignado en una confluencia de demandas que pareciera no tener razón de ser, pero creo sinceramente que la brecha entre los chilenos ya no es la libertad o la dictadura sino la concentración del poder y el abuso del poder en algunos y la falta de oportunidades y desamparo por otro lado.
En la búsqueda de alguna racionalidad que nos permita evitar un eventual vacío de poder no debemos contentarnos con una simple explicación económica o de demandas sociales aunque lógicamente es su razón aparente.
Lo que en verdad hay es una pérdida de la esperanza, una carencia de fe, una pérdida de la gregariedad y un uso ramplón de la palabra, eje central de la convivencia.
Con razón lo señaló así Monseñor Ezzati : Sin solidaridad no hay convivencia y sin convivencia no hay respeto por los demás y sin respeto por los demás no hay compromiso con su destino y sin compromiso con su destino no podemos esperar nada bueno para nuestro país.