Las redes sociales se activaron, dando muestra de que el tema moviliza, toca, vincula, nos llama a expresarnos, nos sentimos parte…
El capítulo del programa de discusión política y ciudadana de los domingos, mostró, una vez más, el desencuentro, entre las maneras empleadas, para disponerse a mirar y comprender la realidad.
Mostró la perturbación que se produce, cuando la realidad es vista desde un cierto orden lógico, que da lecturas a cerca de lo que es bueno y es malo, apegados a lo establecido a priori, a lo dado por sabido, para censar la realidad, y se aproxima un otro, que viene a proponer una otra manera, que integra otros elementos, de naturaleza diversa, elementos que son posibles de ser percibidos –y atendidos- en el funcionamiento del ser humano.
Es otro modo de funcionar el que se aproxima, otra perspectiva de observación, desde dónde se destaca, se otorga valor, al Observador, por sobre lo Observado.
Perspectiva desde dónde se está dispuesto a no saber el cómo hacer, para avanzar en aquello que se siente, que se percibe, como necesario: experimentarse a sí mismos más integrados con los otros, con todos los otros, con la vida; aceptando y asumiendo la presencia de diferencias, abiertos al encuentro, y a la fricción con la existencia, desde la certeza que eso es lo que toca, que es lo que hace falta para evolucionar, para re-crear.
Certeza que brota desde otro orden de percepción, más vital, enriquecido con elementos que van más allá de lo intelectual, que incluyen lo sensorial y sutil, aquello que es trascendente a lo que se piense como correcto o incorrecto, como posible o no posible, dispuestos a transgredir esos límites, dispuestos a más y distinto, dispuestos a la expansión de la vida.
Los adultos, nuevamente flaqueando en nuestro papel de guías receptivos de la propuesta de nuestros jóvenes.
Por el contrario, se les rechaza, se les desprecia.
Es doloroso ver ese rechazo, encarnado en el Sr. Villegas, a quién, para ser justos, le ha tocado, en otros momentos, sacar la voz y declararse insatisfecho con las desigualdades presentes en nuestra manera de organizarnos como sociedad, y que hoy, cuando tocar dar un paso, que implica un salto en el orden lógico conquistado desde su intelecto, se perturba y se resiente, y en ocasiones, simplemente se descoloca, no tolera la fricción del desencuentro de estos dos planos, distintos, para aproximarse a mirar y comprender.
Los jóvenes, por su lado, tampoco se muestran siendo capaces de recibir esta dificultad del adulto, también la desprecian, sin comprensión de la naturaleza de la perturbación que éste experimenta, y se le van encima, con cierta arrogancia.
De este modo también aparece un rechazo, que no contribuye al encuentro, hace falta alcanzar un modo que seduzca para atreverse a distinto.
Sin ser responsabilidad de los jóvenes, la perturbación experimentada por los adultos que representan el orden conservador de nuestra dinámica social actual, pudiese ser útil que desarrollaran también, una comprensión más fenoménica de lo que allí está aconteciendo, para facilitar la integración, aquella que ha sido declarada como lo anhelado, lo perseguido, a través de la movilización.
El Sr. Paulsen, es tal vez, quien representa ese modo más amable y receptivo, que desde el adulto es posible, el que tolera las imprecisiones de los jóvenes y que acepta, recibe y sintoniza con el anhelo de transformación manifestado por ellos.
Así, de ese modo más abierto, integra en su lectura del momento, elementos más globales y esenciales a su comprensión, y le otorga una más justa jerarquía, de más perspectiva, al momento histórico que estamos viviendo.
Lo contextualiza como un proceso, de grandes transformaciones, al compararlo con aquel momento del desarrollo de la dinámica social de Estados Unidos, vivido a propósito de la Segregación Racial, y asume además, que las soluciones dadas desde allí, tampoco han logrado superarla.
En eso vamos, de eso se trata este proceso que reclama más integración, que día a día ofrece oportunidades para mostrar que el reclamo es de naturaleza esencial.
Los jóvenes ya encarnan un salto cualitativo en el modo de aproximarse a la realidad, y asumen explícitamente su papel, el de ser quienes les toca colocar el tema sobre la mesa.
También asumen no tener las soluciones, pero sí están dispuestos a ser parte de la creación de éstas.
Reclaman, que nosotros, los adultos, los responsables, nos dispongamos a encontrar esas respuestas, a participar del proceso. Ellos no van a conformarse con respuestas de más de lo mismo, del mismo orden lógico de lo que se está cuestionando…
Por mucho que perturbe semejante osadía, han dado muestras de sensatez en sus demandas, y no están solos, la mayoría de la ciudadanía les apoya. Eso también parece ser así, con matices obviamente.
Se echa de menos más profesionales, más de aquellas personas que han alcanzado un desarrollo en el paradigma desde dónde aproximarse a leer el momento de la evolución como seres humanos, que muestren, que compartan más elementos al análisis, para nutrir el impulso hacia el salto que es necesario dar, en la manera de aproximarnos a las soluciones, a la re-creación y evolución de nuestra cultura.
Todo lo anterior brota desde el esfuerzo de ofrecer una mirada que integre elementos del funcionamiento esencial humano, materia a la que, declaro, estar dedicada, trabajando y participando de un estudio desde lo profesional, de manera sistemática, junto a otros profesionales, un equipo.
No pretende, en ningún caso, ser una lectura acabada en la materia, solo alentar y compartir este modo de aproximarse a comprender nuestro momento.