Don Gabriel Valdés será parte de nuestro patrimonio humano. Él fue uno de los líderes que honran la política.
Desde muy niño me he sentido inspirado por su ejemplo. Un hombre derecho, consecuente y valiente. Es por eso, lamento no haberlo conocido.
He estudiado profundamente su historia, su rol como Canciller y su carrera diplomática, su rol clave en la Alianza Democrática, la defensa de los Derechos Humanos y el regreso a la democracia. Todo aquello constituye un tremendo legado para las nuevas generaciones, no sólo de políticos, sino que también de chilenos.
Su espíritu democrático fue a toda prueba. Su generosidad era enorme, manifestada icónicamente cuando retiró su candidatura presidencial para apoyar a su camarada Patricio Aylwin.
Un hombre de gran vocación republicana, que si bien ha sido admirado transversalmente, también marcó durante su vida fuertemente sus posiciones progresistas, de avanzada y de gran solidaridad.
Como joven, me siento heredero y agradecido de su legado: su lucha por la defensa de los DDHH, por haberse enfrentado a la dictadura de Pinochet y por haber impulsado la campaña del NO.
Un hombre que se sintió profundamente latinoamericano y cumplió un gran rol cuando fue Canciller de Frei Montalva. Hizo gran carrera internacional y fue un promotor de la integración entre los países.
Un humanista, un hombre culto, un caballero, un demócrata y un progresista.
Será recordado por las nuevas generaciones como un hombre valiente, a ratos heroico. La política debe escuchar su legado.
Un ejemplo para alejarse de la chabacanería y acercarse a lo realmente importante.