Estoy muy agotado. Es difícil mantener la actividad familiar, laboral y, además, sumar reuniones, almuerzos, cenas, café, leer todos los diarios, ver los programas con que la televisión nos trata de informar, y no terminar exhausto.
Muchos amigos me llaman o me escriben a mi correo para preguntar cuándo los invitaré a ellos.
En unos días les pediré que me acompañen en una cena que prometo memorable; claro que los temas de conversación serán otros, me temo que no quiero involucrar a más de los necesarios en este peliagudo tema (les avisaré con tiempo para solucionar lo de los niños y les ruego que lleguen a la hora de la invitación).
También estoy contento con el triunfo de Unión Calera. Es probable que quedemos en los play off. Ni les cuento cómo están mis cercanos hinchas del Colo Colo.
Bueno, vamos a lo nuestro, HidroAysén.
He conversado con diferentes personas, muchos de ellos reconocidos como expertos y otros como “líderes” de algún colectivo. Poco a poco, café tras café, luego de mucho mariscos, pescados y carnes a las brasas, he llegado a algunas conclusiones que quisiera compartir.
En primer término, he “descubierto” un mundo nuevo para mí: el de los ambientalistas.
Muchos, de los que me ha tocado conocer, argumentan sólidamente y me han dejado pensando respecto a temas muy profundos relacionados con el futuro de nuestro planeta.
Otros, los menos, son parecidos a la caricatura que -reconozco- tenía de ellos (se oponen a todo, andan en bicicleta, quieren volver a vivir en cavernas, sin electricidad; dicen que no hay que hacer carreteras porque inducen a usar autos -generadores de CO2- y otras cosas parecidas).
He tratado de investigar la “arista turística” del proyecto HidroAysén, la que da cuenta de los problemas que generará la central al turismo de la región. Sólo he podido encontrar datos que inducen a pensar que este proyecto sólo puede afectar a una industria de turismo de elite y no significativo en turistas ni en aporte de recursos. Casi todos mis entrevistados no conocen esta zona. El costo del viaje lo hace inalcanzable para un chileno medio.
He leído la encuesta que indica que el 74% de la población entre 18 y 70 años se opone a HidroAysén (encuesta telefónica hecha por el Centro de Estudios del diario La Tercera en 92 ciudades con más de 20.000 habitantes, correspondientes al 90% de la población urbana del país). Me llamó la atención que les pidieron elegir el tipo de energía que les gustaría.
Vi la entrevista al ex presidente Ricardo Lagos; vi entrevistas a expertos en energías renovables, entrevistas a senadores, diputados, y todo tipo de opiniones.
Me han llegado muchas contribuciones y las agradezco todas, muy especialmente la de mi amiga Kimberly quien me ha aconsejado respecto a lo que le gustaría encontrar en este artículo. Agradezco también el que ninguno haya cometido la imprudencia de intentar “inducirme” a una posición determinada.
Conclusiones de las últimas reuniones:
Se requiere aumentar la disponibilidad eléctrica (ya tratado en el artículo anterior).
La mayoría de la población se opone al proyecto HidroAysén.
La mayoría de la población no conoce con exactitud el proyecto y no puede imaginárselo.
Cuando dicen que inundarán 5.000 hectáreas de terreno, muchos son los que no pueden imaginar ni dimensionar esta superficie, ¿es muy grande?
Los que abogan por tratar de hacerla parecer gigante dicen que es equivalente a una franja de 100 metros de ancho, por el equivalente a la distancia entre Santiago a la Serena. Los que intentan que se vea más chica, dicen que es el 0,06 % de la superficie de la décimo primera región. La superficie total de Aysén es de 108.496 kilómetros cuadrados.
Los que se oponen dicen que transformará a la Patagonia en una “guitarra”.
Esto, en alusión al tendido de torres para la transmisión eléctrica.
Los que están a favor llaman la atención que la electricidad requiere transmisión y que desde donde se genere hay que llevarla al lugar donde se consume (hoy ya existe una “cicatriz” que recorre todo el país y en muchos lugares hay más de una. Las cicatrices no siempre son feas y algunas son el efecto de una operación quirúrgica que ha salvado una vida).
Los que abogan por generación eólica en la Patagonia (porque hay mucho viento), y lo hacen pensando en un aporte de potencia significativo, estarán de acuerdo en que también necesitarán líneas de transmisión.
Los que apoyan HidroAysén, sostienen que los 1.400 molinos generadores de energía eólica equivalentes a la potencia que produciría la hidroeléctrica, es mucho más contaminante que la represa.
Los beneficios que la región recibe por la instalación de la central hidroeléctrica no son conocidos por la población, salvo la palabra “mitigación”, que tan popular se ha hecho cuando se trata de instalar un vertedero de basura o una cárcel.
Los que están a favor insisten en que el agua de los ríos intervenidos se embalsa y luego se devuelve al río, en caudales similares a los que se embalsan.
Los que se oponen indican que la devolución del agua al río produce grandes alteraciones al eco sistema, esto porque la devolución es en función de la generación y, por tanto, variable.
No hay claridad si existen alternativas viables a HidroAysén. Si partimos de la base que se requiere más energía, y en esto pareciera haber consenso incluso en los grupos más radicales, no está claro si es posible generar energía suficiente a un costo razonable utilizando otros “combustibles”.
Los que están a favor de HidroAysén dicen que las tecnologías alternativas existentes, que no sean las generadoras de CO2, son muy caras y producirán un aumento en los precios (eólica, fotovoltaica, termo solar, geotérmica, mareo motriz), y agregan –además- que no son capaces de generar la suficiente energía.
Los que están en contra argumentan que HidroAysén se demorará 10 o más años en estar operativa, y en ese periodo estas tecnologías estarán más “maduras” y, por consiguiente, será posible la generación mediante ellas.
Los que están en contra y los que están a favor concuerdan que no será posible la generación eléctrica sobre la base del uso de combustibles como el petróleo, el gas o el carbón por muchos años más. Unos piensan que en este contexto se requieren más centrales hidroeléctricas o nucleares. Los otros piensan en las de oferta discreta: sol, viento, movimiento de mareas, etc.
Los que apoyan HidroAysén hacen ver que se han aprobado muchos proyectos termoeléctricos a carbón, que contaminan una enormidad y que nadie se ha opuesto a éstos. No entienden el motivo por el cual los ambientalistas no han alzado la voz. Los que están a favor de Hidroaysén dicen que para oponerse a los proyectos térmicos a carbón, no “ha existido financiamiento internacional”.
Algunos de los que se oponen a HidroAysén opinan que deberíamos ahorrar energía, y que esto puede llegar a ser muy significativo y evitarnos la construcción de algunas centrales.
Un opositor al proyecto en discusión decía que se pueden hacer centrales más pequeñas y que intervienen menos el hábitat. Como ejemplo indicaba a la empresa Noruega SN Power, la que tendría en Chile 6 centrales hidroeléctricas en proceso de construcción o con autorizaciones medio ambientales ya otorgadas, (2 ya operativas y 4 en construcción); dos cerca de San Fernando (Higuera y Confluencia) y el resto en la décimo cuarta región (Proyecto Trayenko, centrales Liquiñe, Pellaifa, Reyehueico, Maqueo. Las 6 centrales generarán 1.000 MW (lo que no decía es que la empresa ha tenido enormes problemas con las comunidades aledañas que se oponían a que llevara adelante el proyecto de Trayenko).
¡¡¡Unos argumentan a favor, otros en contra, pero todos lo hacen por separado!!! Los ciudadanos no han tenido oportunidad de escuchar a unos argumentando frente a los otros.
Antes, los ciudadanos confiaban mucho en lo que decían las autoridades y los expertos.
Ahora parece que confían menos.
Por primera vez, en el programa Tolerancia Cero han juntado a dos actores importantes en el problema: Daniel Fernández y Sara Larraín (no pude verificar si los entrevistados tenían su dentadura en el lugar correcto, ninguno sonreía).
Por primera vez hemos podido escuchar, frente a una aseveración de un entrevistado, una respuesta contraria o una precisión de su interlocutor.
Algo más serio que una “exposición” donde el experto hace una clase magistral y el entrevistador, que generalmente no parece saber nada del tema, o lo simula a la perfección, asiente todo lo que le dicen.
Hemos podido escuchar frases como estas:
“En el desierto del Sahara están haciendo una generadora fotovoltaica”, ”en el desierto del Sahara están haciendo una central termo solar”; “el costo de un MW eólico es el doble de caro que uno hidroeléctrico”, “el costo de un MW eólico es similar, dado los altos costos de la energía en Chile, a uno hidroeléctrico”; “la energía producida por HidroAysén será usada por las empresas mineras”; “la energía de HidroAysén tiene como objetivo básico empresas y ciudades de la zona central”; “no es posible resolver el problema de demanda eléctrica sin desarrollar HidroAysén”; “con las centrales eólicas y solares que se pueden desarrollar en los próximos años nos basta” y ninguno de los entrevistadores ha manifestado sorpresa o extrañeza por las contradicciones o imprecisiones de las aseveraciones.
¡¡¡Qué necesarios son los foros o paneles donde se puedan escuchar muchas opiniones a la vez, donde los “expertos” tienen que cuidarse de comunicar verdades a medias, ya que corren el riesgo de ser desmentidos o aclarados!!!
Ya se me acaba el plazo. Mi abuela, mis hijas mayores, varios de mis amigos, quieren que fije una posición respecto a este proyecto.
Quieren que lo haga a más tardar el viernes. Al menos mis hijas quieren confrontar mi opinión con la que ellas ya se han formado.
Mi abuela tiene una reserva de pasajes a Valparaíso para el 20 o 21 de mayo. Entiendo que quiere ir a protestar.Yo me comprometí para responder el jueves.
Estoy pensando, luego del viernes, tomar una semana de vacaciones. Así regreso a mi oficina al mismo tiempo del ministro Golborne, que entiendo que se tomó dos.