Hace unos días atrás estuvo de moda el tema de los ciclistas imprudentes en las veredas y se generó un breve debate al respecto a propósito de un proyecto de ley que por suerte fue retirado a tiempo por sus autores.
Me quedó dando vueltas el tema no sólo porque en este país nos encanta proponer leyes para resolver todos los problemas, sin importar si se financian o no o si hay alguien que las pueda hacer cumplir o sin consignar de donde se obtienen los recursos para aquello.
Y concluí que el problema de los ciclistas imprudentes en las veredas no es más que uno de los de la larga lista de la falta de cultura cívica que afecta a nuestra sociedad moderna y de lo que creo debemos hacernos cargo los ciudadanos y que las leyes generen incentivos o castigos para los casos extremos, pues la mayoría de las soluciones pasan por nuestras actitudes y por cómo enfrentamos la vida, que claramente requiere cada día más de tener mayor conciencia de lo colectivo.
Sin ánimo de hacer una lista taxativa sino que sólo referencial, le sumaría a lo de los ciclistas imprudentes varias acciones que a mi juicio se asimilan a la anterior, pues en un día podemos ver automovilistas furiosos que te tiran el auto encima cuando ven la luz de viraje, amantes de los animales que disfrutan paseando a su mascota para que haga sus necesidades en nuestros jardines y áreas verdes y no en los de su dueño, los que todavía tiran las basuras por las ventanas del automóvil, y para que decir de los padres irresponsable, que siempre apurados llegan al colegio un minuto antes de la hora, se estacionan en segunda fila, se bajan del auto e ignoran el taco y el peligro de su accionar, además personas que fuman caminando por la calle sin importarles si alguien va detrás aspirando todo el humo, y por qué no nombrar también a los copropietarios que no se arrugan por no pagar los gastos comunes teniendo como hacerlo, y así podría seguir enumerando.
Es por todo lo anterior que si no asumimos que somos parte de una comunidad y que no sólo debemos tener conciencia de nuestros derechos sino que también de nuestras obligaciones y por otra parte si no enseñamos a nuestr@s hij@s a respetar y amar a su barrio y su gente, ninguna ley va a parar la bicicleta irresponsable que avanza por la vereda sin mirar lo que dejó atrás.