04 mar 2013

Todos al pizarrón

Llegó marzo: se reinician las clases, regresan los tacos, las movilizaciones sociales y la rutina. También la contingencia política comienza a tomar cada vez más fuerza.

El 2013 será un año marcado por las elecciones presidenciales y parlamentarias de noviembre y es tiempo de que todos los candidatos “salgan al pizarrón” y le digan al país cuál es el Chile que quieren y cuáles son las estrategias que deben implementarse para lograrlo.

En el presente, la sociedad exige cambios ya no elaborados desde el mero slogan electoral, desde la mera retórica. La ciudadanía espera cambios reales en la vida cotidiana, mejoras concretas en su calidad de vida y crecientes niveles de justicia en todos los ámbitos del quehacer social. Las demandas ciudadanas, por lo tanto, jugarán un rol muy relevante en las plataformas programáticas de los candidatos, lo que ya ha motivado a uno de los candidatos presidenciales de la Alianza por Chile a invitar a los electores a construir un programa de gobierno, “con tus ideas construimos Chile”, con énfasis en lo social.

Hoy la ciudadanía está mucho más consciente del poder que tiene para demandar más y de mejor manera ideas, propuestas y proyectos país de quienes quieren ser representantes de la soberanía popular; los candidatos tienen que encantar a las personas con sus propuestas programáticas para que el electorado ejerza su derecho libre a votar.

En este contexto, los candidatos de la Alianza centran el debate en descalificaciones personales, con una agresividad sin precedentes en la centro derecha, con dos actores que forman su “popularidad” por medio de estrategias de alto impacto mediático. Se disputan Allamand y Golborne los medios, disputándose su presencia en actos de conmemoración de destrucción y dolor –todavía no superados- como las conmemoraciones del 27F y Juan Fernández.

Por su parte, la oposición hoy tiene varios candidatos.

Orrego viene de un ejercicio democrático que a todas luces es exitoso, pero cuyo impacto no logra modificar su bajo porcentaje de conocimiento y adhesión en las encuestas; su tarea de marzo será entregarle viabilidad a su candidatura, reencantando a sus parlamentarios y militantes para convencerlos de que él representa la mejor opción.

Gómez espera las primarias de julio con una derrota a cuestas y disputando un espacio electoral que parece, por lo menos bajo la mirada de las encuestas, sobrepoblado por otros candidatos.

Velasco, en esta temporada estival enfocó su campaña en la cotidianidad de las vacaciones, viajando por Chile junto a su familia en una casa rodante, a fin de transmitir cercanía y naturalidad. Su desafío general será probar que él puede ser el second best, representando un ideario más bien “liberal progresista” que pueda ser, en el futuro, alternativa al proyecto político de la Concertación.

Enriquez-Ominami, será sin duda la alternativa de los indignados e impacientes, los que cultivan un alto grado de resentimiento con la Concertación y la Alianza: se trata de ese electorado que sólo busca el voto de castigo a los dos bloques mayoritarios.

Por último, Michelle Bachelet, la próxima presidenta para al menos el 56% de la población según los últimos sondeos de opinión, llega a marzo muy validada en todo los ámbitos de la política social, económica, internacional, etc. La opción afirmativa de Bachelet será la condición para que los partidos tradicionales se ordenen bajo su mandato, ya que la opción de que la oposición vuelva a gobernar está en manos del “sí” de Bachelet, por lo que el conglomerado tiene que centrarse en la construcción de un programa común. En este caso el ejercicio es al revés: los partidos tienen que encantar a Bachelet, lograr que acepte el desafío de un segundo periodo que despierta grandes expectativas.

La clase política aún está en deuda con los nuevos tiempos. Desde la última elección presidencial la ciudadanía ha cambiado sustancialmente; hoy hace escuchar mucho más fuerte su voz, está empoderada, tecnologizada y con plena conciencia de su influencia, pero la forma de hacer política no ha cambiado sustantivamente; campañas tradicionales, slogans tradicionales, mítines, reuniones y actividades a la vieja usanza sin realmente escuchar a los ciudadanos, integrando sus preocupaciones y necesidades.

Es hora de que quienes aspiran a liderar el país digan qué piensan y cómo piensan hacer de Chile un país más justo y equitativo, que hagan una campaña de la mano de los ciudadanos acorde a los nuevos tiempos.

Se aparece marzo, esperamos con propuestas y sobre todo, con debate sobre el Chile que queremos, este Chile que mira al mundo con otros ojos, los ojos de la igualdad, la justicia y el desarrollo.

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