Esta semana fui a ver la película Pasante de Moda y pude constatar que el tiempo no pasa en vano… y para bien. No sólo porque la madurez ha jugado a favor a Robert De Niro, quien luce unos atractivos y talentosos 72 años, sino porque con su personaje de Ben Whittaker deja en evidencia lo que hace rato las investigaciones gerontológicas están gritando a viva voz: las personas mayores pueden seguir siendo un enorme aporte a las empresas, tanto del punto de vista de la productividad,como del clima humano que contribuyen a desarrollar.
De Niro interpreta a un viudo de 70 años, desmotivado con su vida de pos-jubilado, que entra a trabajar como practicante a un empresa donde debe quedar bajo las órdenes de Jules Ostin (Anne Hathaway), una joven ejecutiva que presenta los mismos prejuicios contra la edad que persisten en la sociedad actual.
Película entretenida y emotiva. Me llevó a recordar que los jefes y colegas de quienes más aprendí en mis inicios tuve la suerte de conocerlos en su etapa de madurez laboral, pues parecía que no los embargaba el temor de enseñar a las nuevas generaciones y donde más que un entorno de descarnada competencia, promovían la cooperación, aunque con esa siempre necesaria cuota de disciplina y rigurosidad.
Afortunadamente, hay grandes compañías que se están dando cuenta de lo mismo. Es esperanzador saber, por ejemplo, que la BMW tiene el proyecto “Today for Tomorrow”, que busca conservar la capacidad laboral de sus empleados incorporando a los mayores a programas de autocuidado en salud, de desarrollo de nuevas habilidades,así como ajustando sus cargas de trabajo mediante rotación de puestos.
La conclusión es categórica, según sus informes los trabajadores de mayor edad son tan eficientes como los equipos más jóvenes y cumplen un papel decisivo en el éxito de la empresa, ya que ofrecen experiencia, buen juicio y un fuerte sentido de la responsabilidad.
En Chile, ya hay iniciativas pioneras en el sector del retail; sin embargo, por ahora se trata de puestos de trabajo de menor calificación.
¿Pero qué pasa con tantos profesionales igual de competentes e íntegros que Whittaker, a quienes las empresas les muestran sin vacilación la puerta de salida apenas cumplen los 65 años?
¡Qué manera de dilapidar talento! ¡Cómo si nos pudiéramos dar esos lujos!
Señores directores y gerentes generales de empresas…vayan a ver la película.