Las últimas semanas han traído consigo una suma de noticias, que lamentablemente se repiten año a año: personas que han fallecido en la calle, a causa de la hipotermia.
El frío coincide con la época en que comienzan las coberturas de los medios de comunicación sobre los distintos casos de personas que se encuentran precisamente en situación de calle; junto a esta visibilización, también se ha comenzado a implementar en todo el país el “Plan de Invierno para Personas en Situación de Calle”, del Programa Noche Digna del ministerio de Desarrollo Social, cuyo objetivo se orienta a la protección de las personas frente a las condiciones climáticas que se hacen notariamente más adversas en los meses del invierno.
Son muchas las organizaciones y los profesionales que nos hemos ido sumando e involucrando paulatinamente a esta importante tarea. Hace unas semanas, en una capacitación en Punta Arenas, donde nos preguntábamos qué era la calle y junto a ello, qué era la situación de calle, una de las respuestas fue brutal y clarísima: “es el lugar donde mueren los recuerdos”. Esto es devastadoramente cierto, muchas personas en situación de calle mueren e ingresan al Servicio Médico Legal como NN, y con ello, se pierde su historia, sus vivencias, sus emociones y sus sueños… Por ello, junto con la entrega de asistencia, este año debemos impedir que mueran los recuerdos.
El invierno coincide también con el inicio de las campañas de ayuda, tanto a las personas que palpan en lo cotidiano esta situación, como a las organizaciones que trabajan con ellas. Dentro del bombardeo de imágenes y frases que comenzarán a surgir, habrá que tener especial cuidado en que estas campañas busquen acercar esta situación de modo concreto y no situarlas sólo en imágenes (estremecedoras o esperanzadoras) que nos inviten a sumarnos desde lejos, a través de una donación.
El desafío debiera ser invitar a cada quien a sumarse en la construcción de una sociedad donde la situación de calle no es tolerable, invitar a reconocer en la situación de calle una realidad cercana, que nos toca, nos afecta y, por qué no, que también nos puede llegar a suceder.
Reconocer que esa persona en la imagen de los afiches y los anuncios pidiendo ayuda es la madre, padre, hijo o hija de alguien, que en definitiva es una persona, igual que yo.
Reconocer que detrás de cada persona que muere de hipotermia en la vía pública existe una historia de muchos años de abusos, vulneraciones, depresiones, sufrimientos, que culmina de esta manera dramática; que detrás de problemas como el consumo de alcohol y drogas, hay años de dolor que no se han podido mitigar.
Los meses de otoño e invierno son sinónimo de oportunidad para hacer visible la situación de calle y, a partir del Plan de Invierno, somos muchas las organizaciones, trabajadores y trabajadoras que estamos ininterrumpidamente luchando para que las personas en estas circunstancias no mueran, y puedan contar con un servicio de asistencia y alojamiento de alta calidad y dignidad a lo largo de todo Chile.
Pero en esta labor también subyace la oportunidad de sumar un nuevo objetivo, uno más sustancioso y menos reactivo, humanizar la situación de calle. ¿De qué estamos hablando?Humanizar es darle nombre y rostro real a la situación de calle, levantar y dignificar las historias de vida que están detrás de cada persona, y buscar una verdadera superación a raíz de esta valoración individual.
Sumarse a este desafío es reconocer a todas las personas como iguales, y colaborar concretamente en construir una mejor sociedad. Más allá de la emergencia, de la mediatización, de la visibilidad y las campañas, en la calle hay personas por las que luchar, por las que mantener vivos los recuerdos.