Por cuarta vez en la semana entro a la oficina de la Tesorería en Irarrázaval con un legajo de papeles bajo el brazo. Voy con la confianza de cumplir ahora con todos los documentos que me han pedido para que me reconozcan los pagos realizados el 2013.Después de diez años de trámites y vanos intentos, hemos logrado separar los roles de un terreno y busco conseguir que lo que pagué al rol comunitario ese año sirva como abono al nuevo rol de la propiedad.
Primero desde allí me enviaron a la oficina de Impuestos Internos, desde donde un funcionario, con tono razonable, me ha devuelto a la Tesorería. Ciertamente calla lo que más me perjudica y posteriormente lo sabré. Sentí estar jugando al “comprahuevos”, pero me di a las razones del funcionario. En Tesorería me recibió una jefa interesada en la información que poseo, la que necesita para resolver la situación de los demás copropietarios, pero aún hacen falta más papeles.
Ahora camino con paso decidido. Es aún febrero y el funcionario que lleva mi caso está desocupado. Estoy seguro de que los pocos contribuyentes que esperan ven una sonrisa dibujada en mi rostro.
Es tan grato Santiago en febrero.
Poco dura la alegría. Aún de pie le paso los documentos diciendo“aquí está todo lo que me pidieron”. Sin inmutarse, con un trato formal y políticamente correcto me informa “pero no son los originales”.
- Cierto, respondo, son fotocopias.
- No me sirven- dice como lo hace alguien ya acostumbrado a estos problemitas. Ya la vez anterior un amigo que hace la misma gestión para otros propietarios me había alertado que pedían los papeles de a gotas.
- Nadie me dijo que debían ser lo originales, digo con la verdad.
- La jefa tiene que haberle dicho.
- No, respondí, y tampoco me dio por escrito lo que debía traer. Fue solo oral.
Entonces parte donde la jefa y vuelve rápidamente.
- Ella dice que sí le dijo.
Me sentí como el protagonista del cuento “Bombita” de esa gran película argentina titulada “Relatos Salvajes”. La burocracia hecha religión y sus sacristanes con cara de póker escondiendo sus actitudes de desprecio por los demás, haciendo gala de esa cultura que tras un trato formal esconde el desdén por los contribuyentes.
Conservando la calma, traté de explicarle que los papeles solo ratificaban lo que ya tenían en pantalla, pero igual que con Bombita este burócrata, cual árbitro de fútbol que sabe que su fallo es injusto y perjudica al afectado, ya tenía la cosa juzgada. Para aumentar mi desazón, agregó.
- Igual va a tener que pagar la diferencia. Porque aunque le reconozcamos lo que acredita como pagado, ahora Impuestos Internos le está cobrando más por ese año.
Bombita iba ganandopuntos en mi mente. El funcionario siguió.
- Acá en pantalla me aparece que de acuerdo a las facultades que tienen le están cobrando cuotas extras por todo el período.
- ¿Por qué si recién en el décimo mes del año tuvimos roles separados?
- Es facultad de ellos. Nosotros solo cobramos. Vaya a reclamarles a ellos, fue la respuesta. Ah, y tráigame los originales.
Como dicen los futboleros, los reclamos a la FIFA.