En una nueva versión de la Teletón, como en otras veces han vuelto a surgir críticas que apuntan a diferentes flancos de esta campaña o, más bien, al tratamiento televisivo que se le da a esta maratónica jornada de sensibilización para recaudar fondos.
Algunos detractores rechazan el hecho de difundir un estereotipo de las personas con discapacidad, como seres pasivos, sujetos de caridad, y otros cuestionan el rol de las empresas, ya que asocian el ruido comunicacional con acciones de marketing y limpieza de imagen.
Si bien el escepticismo que plantean estos puntos de vista es válido, creo que es importante ampliar la discusión y mirar el tema de la inclusión de las personas de discapacidad en el largo plazo. En concreto, las empresas tienen un rol que va más allá de la donación y el apoyo a una campaña bianual que dura 27 horas o “dos jornadas de amor” y se concentra en la rehabilitación de niños con discapacidad motriz, ya que en Chile, casi el 13% de la población –unos dos millones de personas– vive con alguna discapacidad.
Lo cierto es que no contamos con políticas públicas de rehabilitación, mucho menos una cultura que habilite y no restrinja las posibilidades de quienes ya tienen dificultades sensoriales, motrices o cognitivas.
Desde la perspectiva empresarial y de las compañías que gestionan la sostenibilidad en su estrategia de negocios, las personas con discapacidad representan una tremenda oportunidad, como empleados, clientes o proveedores.
Los esfuerzos de habilitación y rehabilitación que hacen diversas organizaciones, incluido el Instituto Teletón, quedan truncos si otras instituciones sociales no cumplen su papel en el fomento de la inclusión: escuelas, institutos profesionales, universidades, empresas, organismos públicos. La triste realidad es que, según datos del Senadis (2004), de la población mayor de 15 años que presenta discapacidad sólo el 29,2% realiza trabajo remunerado.
Abrir espacios laborales a personas con discapacidad no es fácil. Requiere superar miedos, prejuicios y tener la fuerza para atreverse a realizar procesos de transformación cultural que no se logran de un día a la mañana. Implica pedir cambios a quienes acostumbran a trabajar entre iguales y también exigir cualidades y estándares profesionales a quienes se incorporan, para que su valía esté en el mérito y no en la solidaridad. Precisamente ése es el foco del programa +Diversidad de Acción, cuyo objetivo es incentivar un mercado laboral integrador y meritocrático que derribe las barreras sociales.
A lo largo de este año –el primero del programa– ya van 23 empresas adheridas, las que trabajan la gestión de la diversidad con estándares de vanguardia y como un valor al interior de la compañía, contribuyendo de este modo a forjar un Chile inclusivo, en el que se valore el ser diferente. Desde estas experiencias concretas, esperamos contribuir a la superación de las barreras que hoy existen.