El dato estadístico que se entrega es que un 10%, 800 efectivos de los que desfilaron en la última parada militar, fueron mujeres. Se subraya que esto marca una nueva época en la constitución de nuestras Fuerzas Armadas, la incorporación de miembros femeninos. Se destaca que las mujeres en el desfile iban con atuendo militar completo, incluso con fusiles.
No sé si esta innovación habrá sido decidida legítimamente, es decir con la reflexión que correspondía. Mi impresión es que más bien nació de un prurito militarista de ponerse al día admitiendo mujeres en sus filas con aprobación, supongo, del ministro de Defensa.
Y aunque ya pasó “el 18” y somos coyunturales, quisiera someter esta situación a una reflexión más inteligente. Ciertamente cuestiono la oportunidad y conveniencia de introducir nuestras mujeres en este contexto militarista.
Estoy consciente del prurito de promoción de la mujer en todos los ámbitos de la vida pública, pero creo que no es el caso de ceder a estos caprichos de la modernidad, como se dice ahora, sino someterlos a la reflexión.
Cuando hablo en este contexto de nuestras mujeres, pongo en estas dos palabras una carga de aprecio, de admiración y de afecto. Largos años me han enseñado que la mujer chilena no es igual que el hombre. Tiene “sus virtudes”, junto con valorarlas, debemos, por supuesto, no echarlas a perder.
La promoción de la mujer no es lo mismo que su masculinización. Ciertamente no es su militarización. Lo que decimos es que el servicio militar y la profesión militar no son el lugar adecuado donde la mujer chilena pueda desarrollarse y adquirir una plenitud y servir a la patria.
No voy a plantear el problema de la función de nuestro militarismo prusiano en Latinoamérica y en el mundo de hoy día, es un tema que debería tratarse pero que los responsables de hacerlo no lo han querido hacer y lo han mantenido en virtud de nuestra política rutinaria de la “continuidad”.
Coloquemos a “nuestra mujer” en el ámbito caracterizado por el fusil, el arma de guerra que llevó ella en la parada militar.
El fusil tiene por objetivo herir y matar. Puede ser que esta necesidad de defensa sea necesaria en alguna circunstancia para la defensa del país. ¿Será esta una mera posibilidad abstracta o una situación probable que justifique una política…? Esto lo debería plantear y resolver un examen responsable por parte de las autoridades del país. Como esta reflexión no se hace, el futuro de la actividad militar queda condicionado a ciertas tareas inventadas o asumidas como el envío a misiones militares o la suplencia en ciertas situaciones nacionales.
El fusil tiene por única función herir y matar. Llevándolo, nuestra mujer se incorpora a un cuerpo de nuestras fuerzas militares especializadas en herir y matar al enemigo. Su función es totalmente diferente al de la policía o carabineros.Ellos están en defensa de la población.
Es cierto que el militarismo reclama una función defensiva problemáticamente realizable.A mi juicio, se trata de una posibilidad teórica y de ninguna manera de una probabilidad el que Chile necesite defenderse de un enemigo exterior. En definidas cuentas, no me parece que para nuestra mujer chilena las fuerzas militares sean un lugar adecuado, al contrario sería un lugar distorsionante y negativo.
Por esto no me gustó en absoluto que nuestra mujer desfilara en la parada militar del 18.
Tengo la impresión de que las autoridades militares se preocupan porque las mujeres que ingresan a la institución no pierdan su feminidad. Si es así los felicito. Puede ser también, que la institución misma pida ciertos funcionarios femeninos. Pero aun entonces no es necesario que desfilen con fusiles en la parada.