La política el aborto y los límites de lo absoluto.
El gobierno arranca en su proyecto neo revolucionario pacífico, empeñado en traspasar los límites del neo liberalismo globalizado abriendo “los campos de lo posible”, pero al parecer, sin el aprendizaje de la finitud y lo absoluto.
Como nuevos dioses, pero demasiado humanos, lanzados hacia el futuro y convencidos de sus verdades vistas como absolutas, arremeten contra el pasado y el presente de un “capitalismo que produce mecánicamente desigualdades insostenibles y arbitrarias, poniendo en cuestión los valores meritocráticos en que se basan las sociedades democráticas”. (Thomas Piketty)
La ideología central parece estar en torcer la dirección de lo que describe este autor -según los comentarios de Fernández Galiano en un editorial del diario El País-, como “un capitalismo esencialmente patrimonial: donde el crecimiento, la competencia y el progreso técnico no provocan espontáneamente la nivelación económica; donde el repar to de la riqueza está basado sobre todo en las relaciones políticas de fuerza y donde la herencia, soporte esencial del privilegio, no está lejos de alcanzar en nuestro tiempo, la importancia que tuvo hace dos siglos”.
¿La forma de realizar tamaña empresa? “Un vigoroso papel regulador de la instituciones públicas”, con un análisis económico, que pone “en el corazón las desigualdades”, y que cuestiona vigorosamente “los privilegios de las élites políticas y económicas, así como la racionalidad de las estructuras que soportan su dominio y la verosimilitud de los relatos en que se apoya el mantenimiento del statu quo global”.
Así una nueva Constitución, la reforma tributaria, la reforma educacional, las reformas laborales, las reformas sobre la salud y la previsión, la publicidad usada y las propuestas amplias sobre los derechos y la inclusión en distintos ámbitos socioculturales.
¿Sus valores fundantes? La justicia, la igualdad, la libertad y la ¿fraternidad? (No se ve mucho todavía).
Reconociendo la validez legítima y necesaria del audaz intento en todo lo anterior (que requiere extraordinarias capacidades de gestión), y discrepando de algunos contenidos y formas de su puesta en práctica en estos casi dos meses de gobierno, no concuerdo radicalmente con sus propuestas que finalmente se hacen eco de la progresiva disolución de lo absoluto a través de la verdad, y su reemplazo por las verdades relativas acordadas sólo en la inter subjetividad a veces de las mayorías o consultas populares.
Amparados en la presencia de un “estado laico” y las “evidencias de la ciencia”, junto a los “derechos reproductivos y sexuales de la mujer”, desde “su género”, se busca legalizar el aborto después de una violación.
Dejemos que hable una mujer y poeta enfrentada al aborto, para no ser descalificado “en algo que concierne sólo a las mujeres”, hecho de falsedad absoluta, porque reconociendo que es ella quién lleva su embarazo, sigue siendo necesario un espermio, para procrear.
“Esta nena que soy, sangra”, exclama la autora.
La mujer al ser violada, muere. Es asesinada por la violencia que destruye en un momento, donde no existe el amor ni el perdón, su dignidad y humanidad.
El embarazo por una violación, somete a la madre a un abismo límite y doloroso intolerable, inaccesible para el otro que no sea la mujer que lo sufre.
Enfrentada al aborto, “esta nena que soy, sangra”, por segunda vez, nos dice la poetisa.
Es el sacrificio inabarcable de dos espíritus.
Quizás, la única manera que tiene la madre de escapar de la muerte, es en el acto de perdonar y permitir la vida de quien no es, pero a su vez es ella, desde el instante mismo de la procreación. De otorgarle el derecho a la posibilidad futura de amar y ser amado, en un instante misterioso de amor absoluto para con ese ser y con ella misma.
Ojalá el lenguaje del amor, el perdón y la vida, no sea sólo de los dioses (de Dios), y que el de la muerte y la violencia, no sea sólo un oscuro y triste privilegio del hombre.
En sus propios límites finitos del amor, el hombre y la mujer, se encuentran con la infinitud del misterio y lo maravilloso del amor absoluto.