A pesar del total repudio que tuvo la noticia de la apertura de la Escuela de Arte Nazi, General Augusto Pinochet Ugarte, ésta abrió sus puertas, el pasado viernes 28 de marzo, en Ancud, Chiloé.
Frente a la alta expectación periodística en el lugar Godolfredo Rodríguez, el creador de esta escuela, reconoció haber abandonado los medicamentos antisicóticos e insistió en que la escuela tiene alumnos inscritos, aunque ningún periodista pudo corroborarlo in situ.
Se lo hicimos saber al Gobierno, que existan este tipo de iniciativas sólo daña a la cultura de diversidad que Chile está construyendo. Nos enorgullece que en nuestro país exista libertad de expresión. Sin embargo, espacios como este sólo deterioran las confianzas colectivas y manchan el camino construido en base a reconocer lo intransable que son los valores de la vida.
Hoy en el mundo existe consenso frente a esto. No es correcta la manifestación de ideologías fundamentalistas que ensuciaron con sangre la historia de la humanidad.Y esto no lo digo sólo en representación de la Comunidad Judía que yo encabezo, sino como un ser humano que lucha día a día por la igualdad, la justicia y el respeto por la diversidad.
De todo el alboroto que produjo esta Escuela, hay que rescatar varias cosas a mi juicio. En primer término, que gracias al compromiso del propio Gobierno y de algunos parlamentarios como Gabriel Silber, Daniel Farcas, Alejandro Santana, Ramón Farías, Marco Antonio Núñez, por nombrar a algunos, esto se transformó en una debate a nivel país.
Los diputados y senadores llegaron a pedirle a la Presidenta Bachelet que se prohíba el uso de símbolos nazis. Incluso el Intendente de Los Lagos, Nofal Abud, nos recibió en Puerto Montt y se comprometió a no permitir el funcionamiento de esta Escuela de Arte.
En días donde Chile conmemora el segundo aniversario de la muerte de Daniel Zamudio, que tuvo que pagar con su vida, para que nuestro país tuviera finalmente una ley antidiscriminación, se nos vuelve a hacer patente la urgencia de tener una ley contra la incitación al odio.
Debemos ser capaces de potenciar el clima de respeto que se ha logrado en Chile. Ha costado, en eso no hay duda, pero soy un convencido de que como sociedad hemos aprendido.
Chile no necesita otra muerte o recordar genocidios para seguir creciendo como sociedad sobre un valor que nos interpretan a todos, el respeto.