25 feb 2014

¿Vivir bien después de los 50? Mitos y realidad

Plen@, vital, alegre, fuerte, con energía, saludable, prospectando un presente. Esas son características propias de la gente que pasa el proceso cronológico establecido por pautas formales.

La edad es un ascenso en desarrollo objetivo que la naturaleza humana establece para la especie.Del concepto que se tenga de vida es que la gente puede estancarse, deteriorarse, trascender o sobrevivir.

Ello implica reconocer que en una sociedad donde las condiciones son difíciles económicamente, las oportunidades se restringen notablemente. Sin embargo, una autonomía relativa permite incrementar la satisfacción en esa situación social.

En nuestra sociedad se han prefijado falacias muy fuertes las que se han incrustado a golpe de repetición en los medios, e inclusive en la opinión denominada científica, lo que ha influido notablemente en el modo como se comporta social e internamente la generación que se encuentra ubicado en ese rango.

Ellas han agredido la inteligencia que desde milenios ha informado sobre el desenvolvimiento del ser en tanto potencialidad creciente, inmensa.

Un primer mito es creer que hay una desvalorización física, que afecta de tal modo que impide realizar acciones que sólo son propias de la “juventud”.

Si fuese así, la creciente cifra de adolescentes en frágil estado, sin destacar por su actividad deportiva, inmersos en la incomunicación virtual, con sobrepeso evidente, indicarían que a los 40 años lo que resta es sobrevivir a través de fármacos y sistemas de control.

Lo verdadero es que el cuerpo mantiene una vitalidad sorprendente hasta los últimos días de vida, especialmente si ha sido entrenado para ello, adaptando sus niveles a los límites que impone lo biológico, lo cual sí es absolutamente normal. Es decir, se puede morir sano.

Un segundo mito muy fuertemente arraigado es que hay comportamientos para determinadas edades. Por ejemplo, la gente se sorprende cuando los “viejitos” bailan.Lo correcto es que bailar sea una actividad permanente, disfrutando no sólo del pasado musical sino de la actualidad.

La creencia es que se debe “adaptar” asumiendo actitudes de una vejez anquilosante lo que posibilita avejentar mucho más pronto a esa persona. La juventud es independiente del cuerpo y se traduce en una actitud de vida propositiva.

Tercer mito. El amor está reservado a quienes se encuentran en un período determinado, luego se convierte en el caso de edad mayor en “viejos verdes” o mujeres desfasadas.

Lo que hoy se percibe es que muchas parejas de diferente edad comienzan a verse públicamente y a sostener relaciones donde lo cronológico es superado por factores que escapan al “vigor sexual” y se solidifican con la espiritualidad en la esencia que provee la compañía, amabilidad, dialoguicidad, cercanía, maternidad, etc. valores que dan al amor una visión mucho más integral, completa.

Una verdad es que la farandulización de la vida ha distraído el camino, como planteaba Facundo Cabral, pues ha relacionado lo superficial con lo esencial dando un mensaje erróneo: el número de conflictos que existe en el mundo del espectáculo es de una gravedad tal que mostrarlo como ejemplo desmorona la idea de que las parejas pueden compartir tiempos sin contradicciones aunque con diferencias hábilmente conducidas.

Es incorrecto creer que el tiempo da la sabiduría pues si así fuese el mudo sería perfecto ya que quienes gobiernan la poseerían en cantidad.

Otra verdad es que, dependiendo de los propósitos que se le asignen a los auto senderos, las personas disfrutarán más o menos, compartirán sin trabas o con “rollos” basados en el qué dirán, harán sus vidas más disciplinadas o fomentarán en sí mismas las imágenes aunque su interior esté conflictivado.

Los prejuicios son una limitación enorme a los sentimientos, obras, pensamientos, en forma de cadenas, olvidando ser felices. La envidia es uno de los mayores errores de la humanidad que impide crecer esencialmente.

Habrá intentos incorrectos de querer alcanzar lo que es imposible y ello sí conduce al fracaso.

Por el contrario, los 50 años son la continuación de un proceso que, enfocado correctamente, con ejercicio sistemático, alimentación normalmente empleada, mentalidad proactiva, generosidad permanente, solidaridad con su sociedad en pos de la equidad, compromiso por la justicia, permiten saber que este mundo está pleno para aprehender con alegría y permanecer en las mejores condiciones hasta el último suspiro del alma.

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