28 may 2013

Marihuana ¡pública, gratuita y de calidad!

Suena absurdo, pero ¿qué tan cierto es? ¿En cuánto tiempo más tendremos las vitrinas de consultorios, hospitales o, incluso, colegios llenos de esta verde imagen de futuro social? ¿Cuánto bastará para hacer sufrir a los que más necesitan con el capricho de las elites sociales del país?

Ministros, senadores, abogados, médicos, sicólogos. Todos -y más- han sucumbido a aquel capricho elitista que es el deseo ingenuo de legalizar esta, que consideran fútil droga; la Cannabis sativa.

Pero ¿qué interés representa para los grupos organizados, entre otros, escritores, músicos, políticos y jóvenes, las propuestas que, tan a la ligera, consignan algunos en esta materia? Pues, la ingenua apariencia del sosiego moral al consumir, a vista y paciencia del mundo este tipo de estupefacientes por aquellos que ostentan el poder de grandes facciones comunicacionales. No es más que un grito desesperado a la sociedad para que pierda, en esencia, su sentido irrestricto del bien y el mal.

Si bien es cierto que, como Estado, se debe propender a garantizar las libertades individuales y en consecuencia, propulsar medidas que limiten el carácter inquisitivo del mismo en materias penales, también lo es que el Estado, debe velar por los valores tanto morales como sociales.

En virtud de aquello, se debe ponderar el bien racional a la sociedad  y la misma libertad individual, haciendo frente a tres factores: la despenalización de la Cannabis para fines médicos, limitando su uso bajo diferentes fórmulas y poniendo la distribución de ésta en manos del Estado. Sobre lo cual no me pronunciaré.

La despenalización y/o legalización del autocultivo de Cannabis y su comercio , si bien es cierto no constituye un problema serio ppr si mismo, al entender que con un criterio formado, educación suficiente y un alto grado de madurez es posible controlar el consumo esporádico y limitado en el tiempo, también lo es , como señalaba Julio Pallavicini, que Chile no es un país maduro, con un nivel de educación óptimo, lo suficientemente adulto y sicológicamente equilibrado como para medir su consumo sin caer en la situación de necesidad de esta droga. Como lo son en los países nórdicos que tanto ejemplo son para nuestros criollos consumidores.

Por lo anterior, una política de abierta legalización a los temas propuestos generará, en consecuencia y como declara Ana Luisa Jouanne, un beneficio a las personas adictas.

Aquello, porque del momento en que la droga es más fácil adquirirla y está menos adicionada a componentes tóxicos, resulta beneficioso para los consumidores frecuentes de la misma, pero a su vez genera un alcance mayor a la población adolescente y joven del país. Lo anterior acarreará  un consumo aún mayor de éstos, haciendo que, por ende, se perpetre un ánimo en las futuras generaciones en favor de un consumo frecuente y permanente en el tiempo, olvidando el flagelo que genera esta droga en los sectores menos acomodados de nuestro país.

Entonces la discusión ¿es beneficiosa para la población mayoritaria de nuestro país (grupos C3, D y E) la legalización de la Cannabis o simplemente es otro capricho abocado a los sectores altos y medio-altos (grupo ABC1 y C2) del mismo?¿Es en los sectores acomodados donde los consumidores utilizan este psicotrópico para evadir la realidad de la que son parte? Pues respondiendo a la segunda incógnita, No.

Por cuanto, se posee evidencia suficiente que plantea que dentro de los factores que influyen en el consumo regular de Cannabis en los adolescentes, está el entorno social (aprobación o desaprobación social respecto del consumo de la misma), educación (niveles educacionales), así como también la opinión de los mismos pares.

Entonces, utilizando esta premisa y lo anteriormente expuesto ¿si nuestra sociedad comienza una transformación que perpetúe la idea que el consumo de Cannabis es benigno y, con ello, lo acepte como natural… ¿qué ocurrirá con los adolescentes que, influenciados por el medio social, educacional y pares, aumenten la demanda al “nuevo mercado”?

¡Marihuana: Pública, gratuita y de calidad! No será sólo un absurdo, una idea vaga, una enajenación mental de mi parte, sino el motivo futuro de nuevas movilizaciones,impulsadas ya no por un miramiento social, sino por una dependencia psíquica a este silencioso, pero peligroso, sicotrópico que cada vez domina más la mente y deseos de la elite de nuestro país.

Sin mirar, desde ya, a los más perjudicados… La gente que menos tiene, a la que nada aporta.

Este es un espacio de libertad, por lo que solicitamos que no lo desaproveches. Contamos con que las opiniones se remitan al contenido de las columnas y no a insultos, ataques personales, comentarios discriminatorios o spam.

Por lo mismo y buscando el buen funcionamiento de este canal de expresión, requerimos de un registro previo utilizando Twitter, Facebook, Gmail o Disqus.

Si tienes problemas para registrarte, haz click acá.

  • Javiera

    Yo entiendo a los que piden la despenalización de la marihuana. Quienes se manifiestan en favor de su consumo suelen ser personas educadas, instruidas, con cierto poder adquisitivo y con un criterio bastante formado. Si tuviéramos un Chile lleno de esas personas, no me opondría al consumo libre de marihuana. Si ese fuera el caso, bienvenida sea la libertad de consumirla o no.

    Pero señores, no tenemos ese país, no tenemos esa sociedad. Estoy de acuerdo con esta columna en muchas cosas… por ejemplo, en que la despenalización del consumo y producción de marihuana sólo mandaría a nuestros niños y jóvenes directo a un abuso de drogas todavía peor del que ya existe.

    Chile es uno de los países del mundo con mayores niveles de alcoholismo y tabaquismo juvenil e INFANTIL. Como profesora, veo incluso en los colegios de clase media baja o de clase alta, cómo alumnos que apenas les alcanza para la pubertad, llegan al colegio drogados o en estado de ebriedad, hediondos a cigarro y con las uñas y dientes amarillos por tanto consumo de quizás qué cosa.
    No son adultos, no tienen el criterio de decir: “esto lo dejo para la tarde, o para el fin de semana”. Son NIÑOS que van a una botillería y compran cerveza, y compran cigarros en el kiosko a 4 cuadras del colegio. ¿Y así quieren que se les de la opción de la marihuana también?

    El día que este país tenga una cultura suficientemente madura para disminuir el alcoholismo y tabaquismo infantil a CERO, voy a estar a favor de que se legalice lo que sea. Por mientras, sigan plantando en su casa, consumiendo tranquilos sin molestar a nadie, por favor.

  • Ignacio Rodríguez Moreno

    Bajo EXACTAMENTE los mismos argumentos que se exponen en esta columna, exijo que se imponga entonces la LEY SECA. Hagan el ejercicio de leer esta columna, cambiando las palabras marihuana o cannabis por alcohol.

    No más alcohol! Es un flagelo igual o peor al de la marihuana.

  • missingxalone

    Ignacio, entiendo perfectamente el punto y lo comparto. En Chile tanto el alcohol como el tabaco generan los mismos flagelos que muchas drogas ilegales en las personas, pero el problema se suscita cuando, por medio de la prohibición y siendo este vicio algo tan arraigado en la cultura chilena, lo eliminamos de forma severa y drástica.

    Todo esto porque el alcohol y tabaco, que tanto mal generan, se podrían considerar -bajo la teoría de los Derechos Adquiridos y Meras Expectativas- como un Derecho Adquirido y, para ser eliminado o restringido en su totalidad, se debe expropiar tal derecho; quizás utilizando la causal del bien común u otra, pero ya va más allá de una simple prohibición.

    Sobre el hecho mismo de prohibir el alcohol, según mi perspectiva, se debe: realizar campañas que cambien el ánimo social del alcohol; impulsar medidas que propicien dejar de lado el mismo; aplicar gravámenes más altos a los alcoholes, aunque sea poco popular y, por último, regular las “donaciones” que tanto realizan las compañías de vinos y pisco, entre otros, a nuestras autoridades y legisladores.

    Tomando aquellas medidas y con autoridades más independientes de las grandes compañías, sin dejar de lado una buena y correcta educación para la comunidad chilena, se podría disminuir este problema y, a la larga, bajar el consumo y, quizás no se necesite penalizar, porque el mercado ya lo habrá eliminado al no consumirlo.