Rosario llega a la pequeña pieza que arrienda desde hace una semana, tiene 21 años y una angustia que repasa en su mente al recordar el momento en que su madre, al enterarse que estaba embarazada, la echó de la casa y cuando su pololo, después de saber del embarazo, no contestó más sus llamados. Confundida y cansada no sabe qué hacer con todos sus proyectos y sueños de estudiar, debe volver mañana a trabajar con la mejor de las sonrisas, para que nadie perciba su alma inquieta y menos su vientre abultado.
Esta es la historia de una de las tantas mujeres que atiende la Fundación Chilena de la Adopción en su programa de atención a mujeres en conflicto con su embarazo, servicio gratuito psicosocial e integral, que busca contenerlas y orientarlas durante la espera y después del nacimiento del bebé.
Como Rosario, muchas mujeres enfrentan en algún momento de la vida dificultades para asumir un embarazo no deseado o no planificado, lo que las obliga a barajar muchas alternativas, una de ellas, ceder en adopción, pensando en darle a ese niño la oportunidad de tener un mejor futuro, dado que ellas, por las más diversas razones, no están capacitadas para entregárselo.
A pesar de lo mucho que ha avanzado la sociedad, todavía existen prejuicios que estigmatizan a estas mujeres catalogándolas de “malas” y/o “desnaturalizadas” por estar “regalando” a sus hijos.
Estas aseveraciones pueden estar basadas en una visión parcial y frecuentemente desinformada, ya que las mujeres que ceden a sus hijos en adopción, están eligiendo, optando por la vida y velando por el bienestar de sus hijos o hijas, para que crezcan en el seno de una familia que les otorgue los cuidados, atenciones y el cariño necesario e indispensable para su desarrollo sano e integral.
Son mujeres que en lugar de buscar una forma de interrumpir su embarazo, eligen luchar por una alternativa mejor, en un acto de entrega y amor incondicional, ya que en la mayoría de los casos, esta decisión se debe a que no tienen los medios económicos necesarios ni las redes de apoyo familiares o sociales para hacerse cargo del hijo que esperan, tampoco cuentan con el apoyo del progenitor y en algunos casos ya tienen más de un hijo.
Pasan por un momento de inseguridad, inestabilidad y precariedad en el que asumir su maternidad podría exponer al niño o niña a desarrollarse en un entorno perjudicial y sin los cuidados necesarios.
Además de la vivencia de desaliento y soledad, se ven expuestas a la discriminación y el maltrato por parte de sus familiares o del personal de hospitales, hogares, tribunales u otros organismos, lo que hace aún más complejo el escenario e incrementa su sensación de desesperanza y aislamiento.
En la Fundación que dirijo (FADOP) buscamos apoyar y acompañar a estas mujeres, para que puedan tomar una decisión de manera informada, voluntaria, segura, tranquila, discernida y responsable.
En caso que decidan ceder en adopción y posteriormente a la entrega del niño, se trabaja con ellas el duelo que implica esta gran pérdida, integrándola a su historia.
Por otro lado, si deciden asumir su maternidad, se les apoya y orienta para que desarrollen sus habilidades parentales de la forma más adecuada.
…Rosario sale de su pequeña pieza, con la mente más clara. Sabe que no tiene que vivir esta situación sola, va a intentar tomar lo que considera el mejor camino posible para su guagua y para sí misma.
Es importante educar a nuestra sociedad y desmitificar este acto de entrega. Quienes acompañamos a estas mujeres, sabemos que no es fácil enfrentarse a una sociedad que la descalifica y discrimina, cuando el dolor que supone la espera de un hijo sin apoyo, ya es una muy dura realidad.