La violencia de género es la violencia que se ejerce en contra de las mujeres por el sólo hecho de ser mujer.Diariamente en el trabajo, miles de mujeres son sometidas a acoso sexual y laboral y a groseras diferencias salariales con los hombres pese a desempeñarse en empleos iguales.
En el mercado de la salud y la previsión, las mujeres están sometidas a violentas desigualdades. En las Isapres pagan planes de salud más caros y de menor calidad, porque al parecer la maternidad no es negocio para estas empresas y en las AFP reciben pensiones más bajas que los hombres, porque viven más tiempo.
Violenta es también la imagen de un Parlamento que en pleno siglo XXI tiene una muy débil presencia de mujeres.
Cada día es más visible y dramática la violencia que sufren miles de mujeres en sus hogares, maltratadas física, sicológica y sexualmente por sus parejas.
Pero la más brutal de estas formas de violencia es el femicidio. Según estadísticas, sólo el 2011, 40 mujeres fueron asesinadas por sus parejas y ex-parejas y en los primeros meses de este año 2012, han ocurrido 15 femicidios.
Mujeres que habían denunciado violencia de parte de sus parejas o que ya no vivían con ellos debido a maltratos reiterados, fueron asesinadas por estos. El femicidio aparece entonces, como el último eslabón de sucesivos actos de violencia ejercida contra la mujer
La gran interrogante es por qué sucede este tipo de asesinatos?
Suceden porque son la más perversa expresión del control y dominio que ejerce el hombre sobre la mujer en sociedades patriarcales que subordinan y discriminan a las mujeres. “La maté porque es mía” es la respuesta que recurrentemente entregan los femicidas después de asesinar a su pareja.
En mi opinión, esta es la razón por la que, pese a que existe en el país legislación en materia de violencia intrafamiliar y femicidio, estos delitos siguen en aumento. Por tanto, es el momento de asumir como país que la violencia contra la mujer y el femicidio es una alarma social y constituye una categoría particular de violencia.
Combatir el femicidio en toda su complejidad social y cultural, requiere por cierto de voluntad política para hacer una profunda transformación de las estructuras patriarcales, a través de la educación, los medios de comunicación, mejores leyes, más recursos y mejores políticas públicas como también mejor formación a jueces, fiscales y policías.
En nuestra Región, han ocurrido dramáticos asesinatos de mujeres, dejando dolor en sus familias y en el abandono a sus hijos.
He seguido muy de cerca el asesinato de María Nuñez ocurrido en enero de este año en Illapel. La muerte de María, madre de dos hijos y perteneciente a una numerosa familia, ha sido calificado como un suicidio por los policías y la fiscalía de la zona. Esto pese a que desde un inicio los resultados del Instituto Médico Legal de Ovalle, han indicado que se trata de un homicidio.
Han transcurrido 5 meses y la investigación no presenta avances significativos, lo que me llevó a solicitar al Fiscal Nacional Sabas Chahuán que se ocupe de esta situación y dar una señal de justicia a la familia Núñez que está inmersa en un profundo dolor.
El silencio ante el asesinato de una mujer solo ayuda a dejar en la impunidad a los femicidas.