La navidad de María José (la ex -siamesa)
María José, que ve, sin ver.
Con sus ojos edematosos fuertemente cerrados, se diría que no quiere ver.
Ojos de niña guagua, que ven sin ver.
Llena de sondas y catéteres que salen de su cuerpo, parece una indefensa cyber-guagua, conectada a monitores llenos de luces, que no puede ver.
Su piel y órganos desgarrados, cortados y mutilados,mil veces suturados.
Sólo sueros, secreciones, líquidos de la vida.
Cuidados que siente agradecida, pero que ve sin ver.
Sólo se escucha el ruido sordo del respirador de alta frecuencia, mientras llora en silencio, sin llorar.
Y sólo espera, espera despertar.
Echa de menos a su hermana, que ve sin ver.
Hermanas en el dolor (y el amor).
Echa de menos la caricia de madre y el beso de su padre.
Y dicen que sus riñones no funcionan, y que está en estado de falla general.
La más débil, dijeron, y cansada, casi dejó de respirar.
Fue una bradicardia extrema, y obligó a los médicos y a la ciencia a dar lo mejor de sí.
Pero lo que el equipo no vio, fue una lágrima de rabia, pena y amor de alguno de ellos, que dejó caer sobre su rostro, que ve sin ver.
Y ella, que ve sin ver, compadecida por el esfuerzo sin tregua, de esa persona, que ve sin ver, asombrada por el esfuerzo de humanidad, se dejó vivir.
Con la esperanza de mirar y ver al Niño del amor, que cuando nació, todo lo había visto, y que no podía mirar sin siempre ver.
A ti, también, María José, que ves sin ver.
A todos, los que ven sin ver.
Feliz navidad adelantada, también para tu hermana, tu familia, el equipo de salud, y todos los que luchan por ver y hacer, un mundo mejor.
(Sigue sonando el primer tema de “Sea Change”, de Jeff Beck).