El cáncer como enfermedad y condición que afecta a millones de personas está pasando de las metáforas guerreras a ser un desafío para la humanidad. Así lo declaró el Presidente Obama en su último discurso ante el congreso norteamericano llamando a transformarlo en un nuevo “salto a la luna”. Con esta invocación hizo una apelación a la ciencia y la innovación, especialmente la biología y sus aplicaciones más avanzadas en lo que hoy se llama la medicina personalizada. Tener una cura para el cáncer fue el desafío declarado.
Para Chile sin embargo, siendo el caso igualmente dramático, reviste otras características propias de nuestro estado de desarrollo, especialmente relacionadas con la inequidad en la distribución de los riesgos y condicionantes además del desigual acceso a los medios de diagnóstico y tratamiento.
Las desigualdades evitables en cáncer son muy notorias. Una mujer de nivel educativo bajo puede tener 10 veces mayor riesgo de morir que una de nivel alto por cáncer de vesícula y lo mismo puede suceder a un hombre en el caso de cáncer gástrico.
Las desigualdades se expresan en las regiones de mayor incidencia de factores de riesgo como el Maule, Bío-Bío y la Araucanía en el caso de la infección por Helicobacter Pylori, causal del cáncer de estómago, perfectamente erradicable con una política adecuada. Si comparamos Japón con Chile en esta condición, en el país asiático el 90% de los diagnósticos se hacen en estado incipiente, mientras que en Chile sólo en el 10%. Una enorme diferencia que llama a la reflexión y a la acción.
Nuestro país cuenta con una población consciente de los riesgos y de la dimensión del cáncer, siete de cada diez personas reconocen su gravedad y cuatro de cada diez han tenido alguien cercano afectado por la enfermedad. Notablemente las mujeres atendidas por los programas de planificación familiar de los servicios públicos, exitosa política de salud nacional, se realizan exámenes de pesquisa del cáncer en cifras cercanas al 50%. Ello siendo aparentemente menor, es un logro.
Desde hace más de cuatro años estamos empeñados en promover una política nacional y una ley marco para el control del cáncer en Chile a través de un foro integrador y participativo. Es un paso indispensable para fijar estrategias, diseñar métodos y allegar recursos para su ejecución. Una moción encabezada por los senadores de la comisión de salud, firmada por la totalidad de los parlamentarios en ejercicio espera el patrocinio del ejecutivo para iniciar su trámite.
Necesitamos un cuerpo legal para enmarcar el desafío del cáncer. Declarar la estrategia, construir el marco institucional, diseñar los modelos que sean compartidos para poner energía, pensamiento y acciones concretas que vayan resolviendo con los recursos adecuados, este desafío.
El cáncer es el gran problema de la salud moderna, sus razones son múltiples y no podemos hacernos los desentendidos. La palabra es de todos, empezando por la autoridad sanitaria.