Acaba de concluir un período especialmente crítico para el sector salud en relación a la discusión del presupuesto sectorial, en el marco del debate parlamentario del presupuesto de la nación.Tanto así que este fue rechazado dos veces por esa institución antes de recibir la aprobación.
La razón argüida ha sido la baja en las partidas de inversiones destinadas a las construcciones hospitalarias, las mismas que fueron comprometidas al comienzo de este mandato presidencial y reiteradas en los discursos dados por la Presidenta en su cuenta anual al país.
A este hecho se ha sumado un ambiente de fuerte cuestionamiento a las principales autoridades del ministerio de Salud, llevando incluso a la renuncia de la Subsecretaria Angélica Verdugo y la amenaza de una acusación constitucional contra la propia Ministra.
Ahora bien, aunque en salud los resultados se miden entre otras cosas por sus indicadores principales de expectativa y calidad de vida y, en este contexto, Chile resulta un alumno sobresaliente, comparado con la realidad regional y mundial, estos logros claramente resultan insuficientes para la población que sitúa al sector dentro de sus principales preocupaciones, tal como lo revelan repetidamente las encuestas, que por lo demás no sorprenden, cuando sabemos de los largos tiempos de espera y la inadecuada distribución de especialistas, los reclamos por la falta de información, el trato a nivel del área pública. Además, los reclamos por la letra chica, los cobros y la discriminación en el sector privado.
A todo esto se agrega que Chile efectivamente vive una situación compleja en su crecimiento, dado el escenario mundial afectado por la desaceleración de las principales economías y su impacto en los precios de materias primas como nuestro cobre, del cual dependemos todavía de manera principal.
Por todo lo anterior, se entiende el ambiente en que se ha dado la discusión acerca de la asignación presupuestaria para el sector y su derivada en el cronograma propuesto para la construcción hospitalaria.
Pues bien, se puede entender lo que ocurre y hay que celebrar que la discusión se haya resuelto, pero siguen presente cuáles son los retos que parecen más importantes y que es preciso abordar en este escenario.
Por mi parte, considero que para proponer una respuesta se necesita agregar algunos otros elementos al diagnóstico y de esa forma orientar caminos de solución.
En primer lugar, se debe tener en cuenta la actual estructura de financiamiento del sector salud, que presenta un bajo porcentaje del Producto Interno y un elevado componente de bolsillo, que finalmente produce inequidades tras los promedios nacionales, escondiendo injustas desigualdades en la población pobre, menos escolarizada, rural y discriminada por orígen étnico y de género. Que además funciona con un modelo que se caracteriza por una elevada medicalización y centrado en lo terapéutico, con serias deficiencias en la promoción y prevención, especialmente crítica frente a los problemas crónicos que perfilan nuestro actual cuadro epidemiológico.
También es importante contemplar una mirada a la gestión de nuestro sistema de salud que presenta severas rigideces que atentan con una mirada eficiente en el uso de los recursos y que por ejemplo hoy se expresa en una baja ejecución del presupuesto de inversiones para el presente año y una deuda gigantesca en la operación de los establecimientos, que entre otras cosas se debe a la latencia que la propia Dirección de Presupuesto ha tenido en los decretos que hacen viables tales ejecuciones de gastos (esta es una responsabilidad de la Dirección de Presupuesto que no ha sido reconocida con claridad.)
Un tercer aspecto que debe ser destacado se refiere a la sabiduría con que la población nos señala donde están sus principales insatisfacciones y necesidades a resolver.En este sentido, una última encuesta de Cooperativa e Imaginacción, es muy clarificadora.
La población nos plantea que necesita especialistas, aunque en verdad yo creo que nos dice eso, porque nosotros mismo hemos definido como única respuesta a sus problemas la atención médica y especializada, pero en verdad lo que nos indica es que resolvamos hoy sus problemas, los atendamos hoy.
No son suficientes (ni siquiera necesarias creo yo) promesas de nuevos hospitales y políticas de formación de profesionales que en un futuro posible llegarán a solucionar sus necesidades. Hoy hay personas que esperan por meses y años con dolencias que alteran significativamente su calidad de vida, que se agravan y complican día a día. No se necesitan leyes, hoy se necesitan medicamentos, procedimientos diagnósticos y terapéuticos y a eso debemos responder.
En cuarto lugar, necesitamos recordar del decálogo de las orientaciones en el diseño de las políticas públicas en general y en salud en particular, que cuando se viven épocas recesivas en materia de crecimiento, lo que corresponde es una conducta anti cíclica, es decir, que bajo condiciones de restricción presupuestaria, justamente se debe cuidar celosamente el gasto social, asignando mayores recursos a ese fin, para lograr nuevas y más soluciones de protección social, puesto que este sector aporta a la redistribución de los recursos en la sociedad y porque serán más necesarios los suplementos para una población que arriesgará pasar a niveles de pobreza sino es garantizada su protección social.
Al respecto, considero útil traer al presente la recomendación de la OMS, que señala que, “mientras el mundo lucha contra la desaceleración económica, la globalización de las enfermedades, de las economías, y la creciente demanda de atención a los enfermos crónicos relacionada en parte con el envejecimiento de las poblaciones, la necesidad de una cobertura sanitaria universal y de una estrategia para financiarla nunca ha sido mayor.” (OMS. (2011). Informe sobre la Salud en el Mundo: la financiación de los Sistemas de Salud: El Camino hacia la Cobertura Universal.)
No es posible extenderse mucho aquí en estrategias innovadoras en materia de soluciones de salud, pero es perfectamente posible actuar hoy día, con soluciones costo-efectivas.
Por ejemplo, que especialistas básicos u otros profesionales capacitados, con recursos tecnológicos básicos y de manera ambulatoria, resuelvan en Atención Primaria de Salud, diagnósticos tan efectivos y seguros como los de los especialistas más calificados, que hoy eligen el sector privado para atender.
El uso de Tecnologías de Monitoreo a distancia, todavía no lo hemos explotado con todo su potencial. Desarrollar soluciones ambulatorias, como hospitales de día para adultos mayores, donde se puedan controlar, acompañarse, alimentar y tratarse, nos permitirán reducir nuestra demanda de camas hospitalarias, tan costosas y difíciles de mantener.
Hoy en el SAMU, tenemos diversos tipos de profesionales capacitados para emergencias pre hospitalarias, profesionales de la salud, que no encuentran campo ocupacional y que se han desempeñado con excelencia, entonces, ¿no se podría tener kinesiólogos en las Urgencias para manejo de accidentes traumatológicos medianos y leves, cuando los Traumatólogos se niegan a cubrir esos puestos?
En fin, tenemos una larga lista de experiencias, ricas, costo-efectivas, resolutivas, seguras, de calidad y estoy confiado, que si abandonamos la centralización, que a veces es tan castradora y confiamos y estimulamos a nuestros equipos, les damos autonomía y recursos, ellos serán nuestros mejores promotores y emprendedores de innovaciones que en conjunto con la población para dar respuesta a sus necesidades.
Hoy en medio de esta llamada “crisis” solo nos queda nuestra osadía, pero necesitamos confianza, recursos y estímulos, para emprender el único camino que yo veo, cuál es con liderazgo y decisión, innovar, romper los modelos corporativos e intervenir el sector con nuevas y eficientes soluciones. Hoy día no mañana.
Por último, una palabra sobre el debate de concesiones como solución a la inversión hospitalaria. Chile tiene un sector privado con recursos, deseos de invertir, competencias para hacerlo y también generar ganancias.
Igualmente, a veces ha pecado de abusos y falta de escrúpulos. Incluso pagando favores políticos para orientar decisiones a su favor, dañando a los consumidores y el patrimonio nacional.
Hoy tenemos dos Hospitales concesionados en funcionamiento, tres en construcción y otro detenido en la Contraloría General de la República. Todos con modelos similares. Yo propongo que nos dediquemos a estudiar y analizar lo que hemos hecho, valoremos lo positivo de ellos y mejoremos donde identifiquemos falencias. Después de este proceso hagamos un juicio y tomemos decisiones, el ambiente no está para cometer nuevos errores en esta área, pero no lo descartaría hasta que hagamos un examen serio de nuestra experiencia.
Finalmente y sobre lo mismo, se encuentra circulando en redes sociales una propuesta altamente sugerente del destacado Arquitecto Miguel Lawner de otra orientación, que vale la pena considerar especialmente por su valor social.
Se trata de la creación de una Sociedad Anónima sin fines de lucro y capitales mixtos, que se encargue de las principales obras y que fomente el desarrollo de profesionales jóvenes, medianas y pequeñas empresas y que bajo un fuerte equipo de fiscalización centralizado pueda emprender obras menos complejas y de gran envergadura, como los Centros de Salud Familiar, en un escenario regulado.
Bien se podría delegar a empresas de este tipo la hoy criticada concesión, en una cancha así, no solo sería posible sino que hasta recomendable.