Hace algunas semanas la última encuesta CEP, confirmó algo que se venía gestando ya desde fines del gobierno pasado; que la preocupación ciudadana por la salud se había transformado en el tema más importante, superando el 50 % de atención, por sobre los otros dos aspectos que habían tomado la agenda los años anteriores: la educación y la seguridad ciudadana.
Igualmente la población afirmaba su deseo mayoritario de invertir en salud, antes que en otros sectores, los importantes ingresos que deberá recaudar la reforma tributaria.
Las razones de este escenario no parecen muy difíciles de adivinar: endeudamiento hospitalario, listas de espera, faltas de personal profesional, técnico y especialistas, insatisfacción ciudadana en la atención pública y por el lado del sector privado, la causa parece también clara; el cuestionamiento generalizado por falta de transparencia y discriminación en el modelo de seguros.Finalmente, también se entiende porqué la población está insatisfecha cuando reclama por una desigualdad insoportable en el acceso a los servicios de salud, dependiendo de los ingresos.
Por su parte, el gobierno ha sido claro en definir sus prioridades en el sector público; inversión en infraestructura hospitalaria y de atención primaria, financiamiento y provisión suficiente y segura de fármacos, dotación de personal.
En relación con el sector privado, ha puesto en marcha una Comisión para definir un modelo que al menos resuelva los problemas que presenta el seguro privado.Todas estas corresponden a iniciativas orientadas a temas que ciertamente pueden aportar positivamente en las soluciones que el sector requiere. En nuestro nivel de desarrollo, parece razonable invertir en servicios asistenciales.
De esta manera se puede afirmar que existe un diagnóstico y propuestas, las que están comprometidas en el programa del gobierno de la Presidenta Bachelet.
Ahora la tarea es asegurar que estos planes se cumplan y esto no es por desconfianza en el equipo ministerial, sino que por la dificultad que presentan varias de estas medidas, puesto que no son fáciles de implementar, ya sea porque requieren de una gran capacidad y voluntad de ejecución de todos los actores involucrados, en el nivel central y en los múltiples equipos que se necesitan.
Además de los ministerios de Salud, Hacienda y de Desarrollo y Planificación, están los gobiernos regionales, los municipios, los servicios de salud y los equipos locales. Todo esto sin considerar los pasos por la Contraloría General de la República, las universidades, etc., etc.
Por otra parte, estas mismas propuestas para ser efectivas, deben ser complementadas con otras iniciativas, por ejemplo, los médicos requieren de equipos multidisciplinarios, con enfermeras, asistentes sociales, sicólogos, kinesiólogos, matronas y técnicos paramédicos, también se necesita tecnología y polos de desarrollo.
Nada de esto es fácil, y por último, requiere de un esfuerzo de gestión mayor a todos los niveles, gestión traducida en liderazgo, competencias técnicas, capacidades de diálogo y escucha, negociación, creador de consenso, entre otros requerimientos.
En el contexto de estas difíciles tareas, las señales igualmente presentan complejidades, me parece que existen debates sin capacidad de escuchar y sobre todo sin escuchar la demanda ciudadana; también impresiona que hay disputas más por protagonismos, atrincherados en intereses corporativos y partidarios; a veces, hasta sobre ideologizados.
Avanzar en salud es una tarea de grandes proporciones, en recursos y gestión, va más allá de un gobierno de cuatro años. Aunque se puede y se necesita hacer cosas concretas hoy y no mañana.
La atención de salud es una empresa de servicios en la que confluyen múltiples actores con legítimos intereses, no siempre coincidentes. Necesita de un acuerdo nacional, con principios centrales para todos: foco en las personas y la población, en lo sanitario y sus satisfacción, eficiencia y gestión. Cuidado de los trabajadores y trabajadoras del sector, en reconocimiento y remuneraciones, disminución del gasto de bolsillo y regulación del mercado de seguros de manera que su foco sea la mejor solución para nuestro país y no el cuidado del negocio.
De esta manera, se necesita un acuerdo para apoyar el cumplimiento del programa de gobierno, si precisa de discusión se supone que podrá revisarse, pero para avanzar.Luego solo así se podrá asegurar los logros que la población del país necesita.
Chile tiene una larga tradición de acuerdos democráticos en esta materia, el Seguro Obrero Obligatorio, el Servicio Nacional de Salud y el Régimen de Garantías son buenos ejemplos de estos. Los indicadores de salud también muestran capacidad de generar logros para la salud de nuestra población, como lo hemos visto en grandes resultados cuando hemos enfrentados los distintos problemas de salud de la madre y el niño y frente a las distintas epidemias que hemos tenido, de cólera e influenza en los últimos 30 años.
Podemos hacerlo, pero debemos transformar esta nueva etapa que enfrentamos, con visión de país, con capacidad deliberativa y escucha de los únicos que hoy no tienen verdadera representación de sus necesidades, la población, que hoy está afectada de problemas que son tratables, pero frente a los que no logramos ofrecerles lo que necesitan.
El liderazgo es del ministerio de Salud, pero deben concurrir todos sectores, los municipios, los gremios de trabajadores, los actuales gerentes públicos y privados, el Seguro público y Privado, la población organizada y los parlamentarios, nadie puede restarse, son todos necesarios, especialmente para la implementación de los planes que se acuerden.