La insatisfacción de la población con el manejo de salud del Gobierno de Piñera es crítica; alrededor de un 70 % la rechaza y por debajo del 30 % la celebra, asimismo, la salud es el sector que más destaca la población como área de preocupación según las últimas encuestas de opinión.
Estos indicadores muestran más allá de la evaluación de la gestión en esta materia, una gran expectativa de solución en el futuro Gobierno. Por otra parte, como la salud no tiene un actor que la sintetice y la movilice, como ocurre con los estudiantes y la educación, no existe una demanda única y clara de lo que espera la población respecto de este tema. De esta forma, las expectativas pueden ser muchas y variadas: buen trato, recibir explicaciones, información oportuna, trato con respeto y acogida, en calidad de atención y, de exámenes, acceso a remedios, consultas y procedimientos todos oportunos, en términos asistenciales.
Se trata como podemos observar, de un montón de alternativas. Igualmente y aunque no aparece como importante para la población en forma directa, si lo son: el desarrollo de las acciones de promoción y prevención en salud, que están destinadas a anticiparse en el daño, muchas de ellas en cada uno de los territorios locales, desde el Municipio y la Atención Primaria.
En este contexto, quiero llamar la atención en lo que en mi parecer forma parte de los problemas causantes de la insatisfacción de la población. La atención médica en el nivel primario, los servicios de urgencia, las especialidades y de hospitalización en el sector público, que se materializa en las conocidas listas de espera. La lista de espera, como su nombre indica es el listado de las personas que esperan alguna de las prestaciones comentadas.
Desde la primera década de este siglo, esta manifestación de déficit del sector salud ha sido un tema de preocupación y acción, primero fue el desarrollo de registros y la suma de 500 especialistas, en los años 2008 y 2009 y durante este gobierno, el tema tuvo un fuerte énfasis comunicacional. Se propuso acabar con ellas y para eso se comprometió eliminar las que existían el año que el Gobierno asumió.
Después se supo que el cumplimiento fue a lo menos extraño; un gran porcentaje de casos fueron cerrados como procedimientos administrativos, lo que recibió un cuestionamiento de parte de la Contraloría General de la República.
Además, fue un objetivo erróneo ya que se propuso el término de la espera en los pacientes que se encontraban en esa condición el año 2010 y como se trata de un fenómeno dinámico, o sea, que se reproduce regularmente con los pacientes que van quedando pendientes en forma regular, la solución al grupo señalado, por sí sola resulta insuficiente.
Dado este manejo, hoy no son conocidas transparentemente cuantas son los personas portando patologías GES y NO GES, que esperan una consulta de especialista, un examen diagnóstico, un procedimiento, una cirugía o una hospitalización. De cualquier forma, de seguro las cifras son elevadas, varios miles de casos aguardando alguna prestación en el Sistema de Salud.
La causa principal atribuida a este problema de las listas de espera, es el déficit de especialistas para lo cuál se ha planteado como solución aumentar la formación de especialistas, cuestión que se ha enfrentado activamente desde el año 2008 en adelante cuando se comenzó con el estímulo de la formación dependiente de los Servicios de Salud, de los programas formación de médicos de Atención Primaria de 3 y 6 años y de otro tipo, hasta alcanzar un efectivo aumento del doble de los especialistas en formación entre los años 2008 y 2013, de 500 a 1000 por año. Sin embargo, de esos 1000 menos de 200 se quedan en el Sector público, entonces hoy el problema no es solo de formación sino que es de reclutamiento, donde los desafíos son económicos, pero sobre todo de motivación.
Los datos de déficit de especialistas surgen de una relación con las listas de esperas y también de estudios que elaboró en esos años el Ministerio de Salud y el Banco Mundial, donde se indicaba que faltaban 1500 especialistas, pero a partir de una estimación de demanda según estándares establecidos por los propios especialistas, es decir, de la oferta. Un análisis de la demanda debería surgir de la suma de las listas de espera y el consumo de consultas y procedimientos, como endoscopías, radiología intervencionista y otros exámenes de imágenes.
En un estudio realizado al actualizar datos del uso de las actividades según tipo de seguro, se puede observar que mientras los procedimientos de diagnóstico y terapéutico ocupan más del 20 % de las prestaciones totales del sistema ISAPRE, en el Sistema FONASA modalidad institucional, este porcentaje es menor de 10 %. Estas cifras a mi juicio, muestran el déficit de estos tipos de procedimientos diagnósticos y terapéutico en el sector público, cuestión que se hace también evidente en la repetición de consultas y la hospitalización que se debe realizar o que se prolonga a la espera de exámenes y procedimientos de diagnóstico y terapéutico.
Con estos datos, podemos concluir, que al menos uno de los aspectos críticos de las listas de espera debiera estar, en forma predominante en estos tipos de prestaciones: los procedimientos diagnósticos y terapéuticos, como endoscopías, ecografías, radiografías, scanner, etc., lo que implica horas de especialistas y de todo el apoyo involucrado de otros profesionales y técnicos, así como de equipamiento e infraestructura.
De manera que el análisis debe conducir a entender que la inversión no solo es en la formación de médicos especialistas, sino que en el reclutamiento y todo aquello que conforma las unidades de procedimientos de apoyo diagnóstico y terapéuticos.
Así parece interpretarlo el Programa de Salud del Gobierno de la Nueva Mayoría, que ha pensado en seguir formando 1000 especialistas por año, hasta lograr 4000 en su período presidencial. También, lo entiende al pensar en normalizar, reponer y ampliar la infraestructura hospitalaria y de servicios de urgencia de alta resolución, intuyo que todo ello considera el recurso humano y el equipamiento, junto a las transferencias de operación necesarias.
También supongo, que se entiende que esas condiciones son claves para el reclutamiento de los profesionales formados y en formación, ya que uno de los factores de motivación señalados por los médicos especialistas es disponer de condiciones de trabajo adecuados en todas estas variables: personal, equipamiento e infraestructura. De la misma forma que debe ser considerado tal como es valorado por la población, las buenas condiciones en las dependencias de atención y señalética, baños y salas de espera, como complementos.
Sin duda la situación de las regiones requiere una atención especial, donde los incentivos deben ser especiales, tanto en materia de remuneraciones, como en la posibilidad de formación continua y carrera funcionaria.
Esta mezcla de formación, financiamiento e inversiones para enfrentar las listas de espera, requiere además una adecuada gestión de recursos, con buenos registros de quienes se encuentran en espera de alguno de estas prestaciones y su uso para ir regulando el acceso a la atención, considerando variables tiempo en espera, grado de urgencia, riesgo vital y nivel de discapacidad que produce.
Por supuesto, la perspectiva de equidad en la distribución de los recursos y la gestión de las inversiones son claves también, así como el adecuado seguimiento de la ejecución de las obras, para que no ocurran situaciones como las que hemos visto recientemente en los hospitales de Maipú y La Florida, tan largamente esperados y que por una inadecuada Inspección Técnica de la Obra. Hoy apenas iniciada su puesta en marcha ya presentan problemas de funcionamiento evitables.
Pero sobre todo, estos deben ser pasos indispensables también el sentido de lo que plantea la Organización Mundial de la Salud como nuevo objetivo central, la ampliación de la cobertura de atención hacia la universalización, con claro liderazgo y trabajo en equipos.