09 oct 2013

El verdadero drama del aborto

Nuestro Parlamento ha protagonizado un absurdo que por añadidura ha resultado trágico, se ha ocupado abundantemente del “aborto terapéutico” que nunca ha sido ni podrá ser un problema real para Chile y ha omitido hasta la mención del drama real que afecta profundamente la nación,el aborto efectivo y clandestino que nos abruma.

Efectivamente el aborto terapéutico se materializa en tres situaciones episódicas: un feto deficiente, un feto amenaza, un feto producto de violación. Casos que ni en la práctica, ni en principio han sido problemas concretos en el país.

Mientras tanto, año tras año se efectúan en Chile decenas de miles de abortos clandestinos que significan dramas a veces sin remedio para la salud física y la sanidad mental de las afectadas.Ignorar este problema es realmente criminal.

Lo que pasa es que el Parlamento no sabe cómo solucionar el problema. Su solución es por tanto ponerlo bajo la alfombra, pero mientras tanto se produce un hecho realmente trágico que preferimos ignorar.

Ante todo pues, se impone averiguar la realidad sobre la práctica del aborto en Chile.

El estudio más serio efectuado sobre este tema es de Aníbal Faúndez y José Barzelatto en su libro titulado “El drama del aborto. En busca de un consenso” (2004).

El citado libro estudia el aborto a nivel mundial comparando las tasas de los países desarrollados, los países en desarrollo y los no desarrollados, señalando las naciones donde el aborto inducido es legal y donde no es legal. Dice.

“…Los abortos inducidos realizados en América Latina son ilegales en su enorme mayoría, con la excepción de Cuba, Guyana y algunos países angloparlantes del Caribe. A pesar de su ilegalidad, la tasa de abortos en algunos países latinoamericanos como Chile, donde el aborto no se permite en ninguna circunstancia, se calcula en 50/1000…” (50 abortos por mil mujeres en edad fértil) (cap. 3, pp.58-61)

También Juan Pablo Figueroa en Reportajes de Investigación, “Chile un país abortero”, publicado en 2008, expone lo siguiente:

“A pesar de que en Chile el aborto es condenado judicialmente en todos sus preceptos –el aborto terapéutico se incluyó en el Código Penal en 1989, a fines de la dictadura-, en los estudios internacionales sobre el flagelo, el país aparece citado varias veces: es uno de los tres que lo penaliza por completo y sus tasas duplican las de naciones donde el aborto es legal, como EE.UU. y Canadá. Además, según un informe realizado en 2004 por el Dr. Aníbal Faúndez coordinador del Comité de Derechos Sexuales y Reproductivos de la Federación Internacional de Ginecólogos y Obstetras, Chile posee la mayor cantidad de embarazos interrumpidos de Latinoamérica. Las cifras, basadas en los registros de arrestos, muertes y egresos hospitalarios por dicha causa, hablan de 40.000 abortos clandestinos anuales y una tasa de 50 por cada mil mujeres en edad fértil.”

Expuestos estos datos recalcamos nuevamente lo absurdo y criminal que resulta el discutir tan largamente la legitimación del aborto terapéutico que abarcaría unos 10 casos en el año y prescindir de los abortos efectivos y clandestinos que abarcan un mínimo de 40.000 anuales y que son nuestro verdadero drama.

Tengamos en cuenta que las estadísticas demuestran que donde la ley se ocupa de nuestro problema, los abortos clandestinos se reducen tal vez en un 50%,

Es cierto que con la reducción de los abortos clandestinos aumentarían los abortos permitidos.Pero estos se harían en mejores condiciones sin tanto daño biológico y sicológico.

Respecto a los traumas psicológicos que quedan después de las prácticas de aborto clandestino que se practican tan abundantemente, podemos dar testimonios abundantes.

La solución del problema no puede ser simplemente la legalización del aborto, es decir que todo el que quiera abortar pueda sin más acceder a los instrumentos apropiados y a la atención debida.

Se trata de un problema complejo y debe estudiarse a fondo la mejor solución.

Se trata de encontrar la solución más humana que pueda evitar los enormes daños que implican los abortos clandestinos hechos sin ninguna seguridad con perjuicio tanto para lo físico como para lo psicológico del paciente.

No proponemos ni insinuamos solución alguna. Suponemos que en el Congreso, hombres sabios que se ponen en contacto con situaciones tan trágicas encontrarán solución por encima de posiciones ideológicas doctrinales.

Este es un espacio de libertad, por lo que solicitamos que no lo desaproveches. Contamos con que las opiniones se remitan al contenido de las columnas y no a insultos, ataques personales, comentarios discriminatorios o spam.

Por lo mismo y buscando el buen funcionamiento de este canal de expresión, requerimos de un registro previo utilizando Twitter, Facebook, Gmail o Disqus.

Si tienes problemas para registrarte, haz click acá.

  • http://www.cec.uchile.cl/~apalma Álvaro Palma

    Más allá de estar de acuerdo o no con la solución final que plantea el columnista, es reconfortante saber que existen sacerdotes que ven más allá de la sesgada realidad que muchas veces caracteriza a la Iglesia, y que son capaces de empatizar y reconocer los problemas reales, sin los eufemismos e hipocresías que nos caracterizan, siendo el ejemplo más cercano el que plantea el padre Aldunate, que en Chile mucho se habla de aborto terapeútico, que no llega a más de un puñado de casos al año, y en cambio, se ignora completamente el aborto duro, ese que busca terminar directamente un embarazo viable, por el motivo que sea.

    Gracias por escribir una columna que llama a la reflexión sin imponer un dogma de antemano.

    • Ignacio Rodríguez Moreno

      De todos modos no creo que se deba despreciar el drama de las mujeres que necesitan aborto terapéutico, solo por ser pocas.

  • benjaulloa@gmail.com

    Con respeto, creo que la propuesta del columnista es una muy mala manera de abordar el tema. En primer lugar deberíamos preguntarnos si reconocemos al que estar por nacer como un ser humano igual de digno que cualquier otro. De ser afirmativa su respuesta, creo que toda propuesta de legitimar el asesinato de niños inocentes no se justifica en modo alguna, sea cual sea la situación. La moral cristiana ha sido clara en que se puede utilizar medios para salvar la vida de la madre que conlleven como efecto secundario, no querido ni deseado (voluntario indirecto) la muerte del que esta por nacer, por lo que la cuestión del aborto terapéutico es mas bien un eufemismo que desvía la atención.

    Como se señala en la columna, efectivamente el tema de los abortos clandestinos es una realidad dramática, ahora bien creo que hay que pensar mecanismos legítimos para abordar la situación; Tales como crear mayores y mejores redes de apoyo para aquellas mujeres que están pensando en abortar, asi como tambien para las que lamentablemente ya lo han hecho, etc… El drama del aborto no se acaba con la muerte del no nacido, sino, como tambien se ha demostrado en estudios serios que la realidad y vida de la madre se ve menoscabada

    Creo firmemente que la sangre que se derrama es la sangre de inocentes que además no tienen posibilidad alguna de defenderse. Cómo diría san Pablo: ” No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal”

    Mis saludos don Jorge.

  • Ariel

    Creo que la ideología, política o religiosa, nos impide resolver
    problemas que nos afectan a todos. Se prohibe el aborto, pero se
    dificulta la adopción, se privatizan los anticonceptivos y la píldora
    del día después se entrega de forma arbitraria. Dicho esto, hay un
    aspecto sobre el tema del aborto que no suele mencionarse: obligar a una
    mujer a ser madre, incluso si ha sido violada o si es menor de edad, me
    parece tan terrible como la esclavitud.