Al parecer pasamos por un período donde muchas estructuras “no funcionan” bien. La frase: “dejemos que las instituciones funcionen”, no se ajusta con los tiempos. Así no más es, diversos aparatos del Estado han comenzado a perder su crédito; es el caso de la CASEN, el INE, los Bancos, el parlamento, las ISAPRES, La Acreditación de la Enseñanza Superior y ahora el Examen Médico Nacional.
Partamos por señalar que este test fue parte de una importante conquista negociada por el ministerio de Salud, la ASOFAMECH y el Colegio Médico hace varios años y comenzó su implementación el año 2009.
Su principal propósito fue el resguardo de la calidad de los profesionales que deben atender a nuestra población, que la proliferación de universidades privadas y la llegada de profesionales de otras naciones, amenazaba.
Pero como es habitual, del diseño a la implementación “hay mucho trecho” y lo que pretendía transformarse en una herramienta transparente y orientadora de la calidad, comenzó a ser objeto de competencia entre las Facultades, se comenzaron a preparar cursos para adiestrar en las respuestas a las preguntas, se cuestionó la validez de representar efectivamente una evaluación de las verdaderas competencias requeridas y el año pasado se agregó la peor de las sospechas: alumnos de una Facultad hicieron circular por redes sociales, un número significativo de preguntas que efectivamente aparecieron en este Examen.
Ante eso, ASOFAMECH tomó la decisión de invalidar esta prueba y dejar a la generación de egresados del año pasado y quienes decidieron realizarla, sin este indicador.
Finalmente la Contraloría General de la República ha cuestionado la exigencia de este examen como requisito para ingresar al Sistema Nacional de Servicios de Salud y por su parte el ministro de Salud ha señalado la idea de eliminarlo.
La mirada de los antecedentes muestra que estamos frente a otro hecho que pone de manifiesto el retroceso en procesos de institucionalización y regulación de la calidad de los actores que son responsables de entregar servicios a la población. En este caso, un proceso que no llevaba cinco años y que ha sido puesto en profundo cuestionamiento, por la forma en cómo se fue implementando y decisiones que fueron minando sus fortalezas.
Respecto de la implementación, en muchos aspectos se cumplió con el riguroso proceso de someter a los egresados a un examen que los ponía a todos en igualdad de condiciones frente a un conjunto de interrogantes comunes, arduamente trabajadas, rigurosamente seleccionadas y con resguardos a la seguridad del proceso.
Sin embargo uno de los hechos más complejos fue declarar no hábil el examen el año pasado, ya que condiciona inmediatamente lo que ocurre más adelante. ¿Qué seguridad existe que no ocurrirá lo mismo?
¿Será legal exigir a los egresados del año pasado que den un nuevo examen este año?
¿Es justo compararlos con egresados del último año que vienen con un mayor apresto, al haber estado estudiando ahora? ¿Y si se quedan sin el examen? ¿ porque ellos no y otros si?
Pero lo más dañino ha sido adelantar que se propondrá una legislación que termine con este examen para los chilenos, aparentemente por lo que declara la ASOFAMECH, que se encontraba trabajando en mejorar el instrumento sin haber una conversación previa.
Entonces el conflicto es distinto, ¿por qué se sometió a los anteriores a esta situación? ¿Cómo queda un grupo respecto de otros? En fin, las dudas comienzan a complicar más el escenario y anticipar un debate no fácil.
Por otro lado, si el examen pretendía asegurar idoneidad y conocimientos de los nuevos profesionales, ¿el propósito de la calidad fue desechado? ¿O tenemos consenso que el instrumento no sirve al propósito? ¿Son tres años de aplicación suficientes para hacer esa evaluación? ¿Dónde está y quién ha hecho esa evaluación? Más dudas se instalan en el escenario.
La salud como bien social, debe cautelarse de diferentes formas, entre otras, resguardando la calidad de quienes trabajan en su cuidado, acreditando sus carreras y las Universidades que las imparten, certificando competencias en la Superintendencia de Salud y evaluando a quienes ingresan ya sea al campo laboral o a la formación de pos grado.
La ASOFAMECH estudiaba cambios al Sistema para perfeccionarlo, que parece ser lo correcto. Estos cambios proponían:
1.- Traspasar la administración del examen a un organismo autónomo.
2.- Excluir a las escuelas de medicina de la elaboración y revisión de las preguntas.
3.- Revisar la forma de publicación de resultados.
4.- Revisar la forma de entrega del resultado individual (con o sin puntaje).
En síntesis el examen en su momento se transformó en un avance, presentó problemas en su implementación, que no afectan a su sentido regulatorio; por lo mismo lo que corresponde es buscar dar solución a esos problemas y no eliminarlo. Pareciera que el sino de dañar instituciones está instalado por hacer mal las cosas. Que no sea este otro caso más.