Los efectos de la inoculación de Timerosal, contenido en las vacunas que reciben nuestros niños y madres embarazadas, ha sido tema de debate científico por más de 70 años, especialmente, por la relación de este elemento con trastornos neurológicos como el síndrome de ASPERGER y el AUTISMO.
El Timerosal es un preservante que contiene un 50% de mercurio, segundo metal pesado más peligroso del mundo para la salud humana y animal.
Ante esa interminable discusión y profusa literatura, junto a los diputados Cristina Girardi y Enrique Acorssi, el año 2010 presentamos un proyecto de ley que elimina el uso de este preservante, reemplazando las vacunas en Chile por otras que no contengan Timerosal, existentes en el mercado, incluso en nuestro país, para aquellos que pueden pagarlo.
Es decir, hoy en día en nuestro país, los que cuenten con los recursos suficientes pueden vacunar a sus hijos sin correr el riesgo de afectarles con múltiples afecciones neurológicas.
La verdad es que tuvimos un respaldo insospechado en la Cámara de Diputados. En una sesión para nosotros histórica, ya que seríamos el primer país del mundo en eliminar por ley el Timerosal, se aprobó por unanimidad este proyecto.
Ante la falta de acuerdo en el mundo científico y, al existir una duda razonable del daño causado por estas vacunas, fundamentamos nuestra defensa en la aplicación del denominado “principio precautorio”; esto es, “ante la duda, abstente”.
El apoyo incluso llegó desde el Gobierno, ya que obtuvimos su patrocinio y el beneplácito del ministro de Salud. La iniciativa pasó al Senado, donde el proyecto fue aprobado en general (idea de legislar) por la Comisión de Salud.
Pasó a la Sala del Senado donde también fue aprobado con algunas modificaciones que no nos dejaron satisfechos y debimos la semana pasada nuevamente defenderlo en el mismo Senado ante la Comisión de Salud.
Es allí donde surge el factor inesperado. El ministro de Salud, Jaime Mañalich, presente en la comisión de Salud, retiró el apoyo a esta iniciativa, señalando que el país no tenía recursos para reemplazar las vacunas y rechazó la aplicación del principio precautorio, negando los compromisos anteriores y estudios que en el mundo entero son considerados de gran consistencia científica y que demuestran la relación de causalidad entre el uso del Timerosal y el Autismo.
En fin, se desdijo de todo lo que su propio Ministerio había sostenido antes.
Tanto quienes abogamos por la aprobación de esta ley como las organizaciones de padres de niños asperger y autistas sufrimos un duro golpe al constatar cómo criterios financieros tienen más fuerza que la responsabilidad de quienes tienen a su cargo la Salud Pública y trabajar, precisamente, para mejorarla.
Tengo derecho a pensar que estamos siendo víctimas de un intenso lobby de quienes quieren mantener el uso de vacunas con Timerosal en el mundo que son grandes transnacionales de los medicamentos y que ya nos dieron una vez muestras de una colusión inmoral.
De otra forma no se entiende este impactante cambio de opinión del ministerio de Salud en una materia tan sensible para nuestras familias y particularmente para nuestros niños y madres embarazadas.
No vamos a bajar los brazos, y seguimos teniendo confianza en el Senado, donde presentaremos las indicaciones necesarias para revertir esta situación.
Para ello, el país debe saber lo que está ocurriendo en este tema que merece un tratamiento en los medios que permita a las familias empoderarse de los riesgos del uso del Timerosal en nuestras vacunas.