El 3 de noviembre de este año, se lanzó el libro “Trabajar con las Emociones en el Tratamiento de los Trastornos Adictivos”, obra de los académicos de la Universidad de Santiago (USACH), psiquiatra Humberto Guajardo y antropóloga Diana Kuschner.La presentación la realizó el destacado biólogo y Premio Nacional de Ciencias, Humberto Maturana.
Hay que aplaudir todo aporte que enriquezca nuestro conocimiento sobre el complejo problema de las adicciones y este es uno de esos aportes. Sin embargo me gustaría contextualizar lo dicho en el libro y en el lanzamiento del mismo, para aportar al entendimiento del lector interesado.
La primera precisión tiene que ver con la afirmación “las adicciones no son enfermedades”, que hiciera el Dr. Maturana durante su intervención, al presentar el libro.
Él explica a grosso modo el hecho de que reconocer una adicción como enfermedad, implica el acto de desconocer otras cosas, como la distorsión de emociones como causa de una adicción.
En mi opinión, el concepto DIAGNÓSTICO de “enfermedad adictiva”, es decir, evidentes daños orgánicos producidos por el consumo de sustancias, es totalmente compatible con un abordaje TERAPÉUTICO que incorpore el trabajo de reconocer, distinguir y manejar las emociones en un paciente adicto.
Dicho de otro modo, puede conducir a error plantear este tema como un antagonismo entre soma y psiquis, cuando sabemos que cerebro y mente son instancias indivisibles y mutuamente influidas.
Por ejemplo, la depresión es una condición que, entre otros síntomas, incluye la distorsión de las emociones en un paciente, y a la vez es considerada una enfermedad de similar categoría que cualquier otra.
De hecho el tratamiento más recomendado suele ser fármacoterapia que ayude con los síntomas específicos, combinada con una psicoterapia que le ayude al paciente a descubrir y enfrentar las emociones que lo predisponen a deprimir y así evitar recaídas. Este abordaje es bastante similar en adicciones, salvo que en vez de indicarle un fármaco al paciente, se podría decir que le ayudamos a dejar el que ya se está tomando.
Finalmente me parece que puede inducir a error confundir el uso de las emociones como la valiosísima herramienta de intervención terapéutica que es, con la descripción de la distorsión de las emociones como la única y verdadera causa de las adicciones.
Por el contrario, como ocurre en la mayoría de los trastornos de la salud mental, la causa es multifactorial (al igual que el tratamiento), y la distorsión de la percepción de las propias emociones suele ser parte del cuadro clínico que vemos a diario en nuestros pacientes.
Esto es importante – lo de la multifactorialidad – porque alrededor del 70% de los pacientes que presentan dependencia a sustancias muestran además otro trastorno psiquiátrico asociado (como alteraciones del ánimo, cuadros ansiosos o déficit atencional), el que debe ser considerado a la hora de realizar el diagnóstico y el plan terapéutico; de otro modo podría ocurrir que un paciente o, incluso un terapeuta, se centren en el análisis de las emociones, sin considerar estas u otras importantes condiciones asociadas.