Suele hablarse mucho del progreso de la humanidad, de nuevas técnicas y tecnologías, que se traducen en innumerables mejorías en la calidad de vida de las personas.
En el sector alimentario, ello se expresa en una mayor variedad de productos disponibles, incluidas frutas y verduras fuera de estación, pero, sobre todo, se expresa en una abundantísima oferta de productos coloridos, llenadores y profundamente malsanos.
La industria alimentaria explota características muy profundas de la genética humana, que tiende a buscar la sal y el azúcar por un instinto ancestral de supervivencia.
De ahí que tanto producto de la que llamamos, en términos generales, comida chatarra, sea tan adictivo.
Agreguemos a ello los colorantes, los saborizantes y las grasas de bajo costo y mala calidad, y tenemos auténticas bombas de tiempo que se instalan en el cuerpo.
La obesidad ya es una epidemia que cobra, sólo en Chile, cien víctimas diarias, cien personas que mueren por accidentes vasculares, cánceres e infartos directamente relacionados con la obesidad, hipertensión, mala alimentación y sedentarismo.
Nuestro país tiene también un triste récord: 23% de los niños, casi uno de cada cuatro, padece de obesidad, lo que nos convierte en el país con mayor prevalencia de obesidad infantil en el mundo.
No entremos en el asunto de que, mientras esto ocurre en países desarrollados o en vías de serlo, como el nuestro, cientos de millones de personas, en otros lugares del mundo, sufren hambre y desnutrición.
Concentrémonos en que un cambio de hábitos evitaría tantas muertes que ocurren a destiempo.
Concentrémonos en que hábitos sanos de alimentación y frecuente ejercicio no sólo mejoran la salud, sino también la relación que tenemos con el resto de las personas y con el medio ambiente.
Para hablar de estos temas y proponer estrategias para combatir la obesidad y otras enfermedades crónicas no transmisibles, el Congreso Nacional organizó, con ocasión de su bicentenario, una Cumbre Mundial sobre estos asuntos.
Tendremos invitados extranjeros y chilenos, así como una amplia participación de organizaciones estatales y ciudadanas.
Queremos aportar, desde el Congreso, a la discusión y conversación en torno a temas nacionales que atañen con fuerza a nuestro futuro y al desarrollo de nuestros niños.
Es tan importante que el progreso se traduzca realmente en calidad de vida sana y no sólo en la multiplicación inorgánica de alternativas para el consumo.