A nivel mundial, el 10 de octubre de cada año se conmemora el día de la Salud Mental.
Este año la Organización Mundial de la Salud sugirió el lema “invirtamos en salud mental”, relevando el que la mayoría de los países invierten menos del 2% de su presupuesto sanitario en esta área.
Chile no es la excepción, aunque el propio ministerio de Salud afirmaba que para acoger dignamente las necesidades de salud mental de la población, hacia el año 2010 debía destinar el 5% del total de su presupuesto para estos fines (ver Plan de Salud Mental y Psiquiatría del año 2000 del MINSAL).
Hoy no sólo los presupuestos públicos son exiguos, sino que las políticas relacionadas con salud mental, y en particular con las personas con discapacidad mental, son mínimas.
Las personas con discapacidad mental, o con capacidades diferentes, siguen siendo invisibles, cargan con estigmas y prejuicios negativos que dificultan cualquier tipo de inclusión social.
Somos una sociedad que rechaza, niega, recluye y aparta a las personas con discapacidad mental, y les negamos el ejercicio de sus derechos ciudadanos, así como usted o yo ejercemos los nuestros.
El día de la Salud Mental pasó completamente desapercibido, lo cual da cuenta del nulo interés que le damos a las más de trescientas cuarenta mil personas que presentan este tipo de discapacidad en nuestro país (ver Endisc 2004), lo que los constituye en personas excluidas y siempre al último de la fila de las prioridades sociales.
En este sentido, es preciso comentar la situación de más de treinta mil personas que además de su discapacidad mental, viven en condición de pobreza, lo que las coloca en una situación de doble vulnerabilidad.
Hace años, que residencias y hogares que les acogen han tenido que cerrar por falta de recursos económicos y apoyo de recursos públicos.
Durante estas últimas semanas nos hemos informado sobre la crítica situación económica por la que están atravesando algunas grandes y tradicionales fundaciones que acogen a personas mayores en condición de riesgo social.
Esta situación ha despertado la atención de la autoridad pública, lo que espero sea una gran noticia también para los hogares y residencias que acogen a las personas con discapacidad mental, y para aquellas que están esperando por un cupo hace años.
En Chile se promulgó en febrero de 2010 la ley 20.422 que establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad; sin embargo seguimos careciendo de leyes y normativas que incentiven el acceso al mundo del trabajo, de la educación, la vivienda y la participación ciudadana de una persona que también quiere desarrollarse y formar parte activa de la sociedad a la que pertenece.
El 10 de octubre se celebró el día mundial de la salud mental, y pasó muy poco en nuestro país al respecto.
Para pensar en otro Chile, debemos necesariamente pensar, valorarnos y relacionarnos en lógicas inclusivas. Nuestras propias discapacidades nos impiden vincularnos de esta manera.