Latinoamérica tiene un héroe, un precursor y un profeta: Simón Bolívar. Impresiona la vida y obra de este hombre.Liberó media Latinoamérica del dominio español.Lo animó un ideal único: dejar un Continente entero unido, bajo un gobierno único animado por los principios de la libertad, igualdad, y fraternidad. En una carta plasmó estos propósitos.
Las ambiciones regionalistas destruyeron su obra. Murió solitario y abandonado en un barco en el Caribe diciendo: “hemos arado en el mar”.
Creo que ha llegado la hora de recoger este legado histórico que nos dejó Bolívar. Y realizar lo que de el nos piden los tiempos.
Latinoamérica se fraccionó en naciones que buscaron su autonomía e independencia.Hubo guerras fratricidas impulsadas por la codicia y el dinero.
Posteriormente en Chile, bajo el gobierno militar, se implantó un nuevo régimen económico. El país con sus exportaciones se abría al mundo económico buscando el desarrollo al estilo de los países cumbres.América Latina quedaba postergada.
Las relaciones exteriores “por lo menos chilenas” eran más que todo, relaciones comerciales, tratados económicos, negocios. Los cancilleres y embajadores quedaron encargados de fomentar el intercambio económico. Los agregados militares eran los encargados de compras y ventas de armas. Y a esto casi se reducía la relación con los países de América Latina: mostrarles un país prepotente por ser el mejor armado de Latinoamérica.
Ya es tiempo de que esto cambie. El desarrollo sin medida de los países ricos, está agotando el universo. Están llenándose de desperdicios el aire, el agua, los mares y los contenientes. La desigualdad de los humanos cada vez más perceptible, está envenenando los espíritus. Para ello Chile debe ubicarse en la actualidad de un mundo globalizado. Por esto debe situarse primeramente en la América Latina que constituye su contorno vital.
Pero hemos de dar un paso más. Hemos de preguntarnos qué quiere decir ubicarse en América Latina, ubicarse en el mundo globalizado de hoy.
¿Se reducirá esta ubicación a un vínculo económico como el que reúne a Naciones Unidas de Europa? Ellos han logrado la unidad del euro, la comunicación de los transportes, y un apoyo monetario en las situaciones de crisis. Pero las crisis mundiales que han seguido, las desigualdades que han aparecido con más fuerza y las tensiones consiguientes, que causan migraciones y violencias de todo tipo, demuestran que no bastan los convenios económicos para crear condiciones de vida humana.
Ya no servirá que Chile siga destinando sus “relaciones exteriores” a consolidar mercados económicos, obtener tratos preferenciales con nuevos mercados, aumentar su producción nacional para ponerse al nivel con los mejores del mundo.Las “relaciones exteriores” de Chile tendrán que ser de otro género: saber incorporarse a la comunidad internacional, todos juntos crear un mundo mejor, condiciones de vida más equitativas en beneficio de los más pobres y excluidos del mundo, o sea, crear condiciones de auténtica fraternidad.
Y esta comunión deberá comenzar con los más próximos, los que constituimos la comunidad del continente Latinoamericano. Crear la comunión Latinoamericana y ejecutar las tareas que esto nos impone será en adelante la ocupación central del Canciller y su equipo de Relaciones Exteriores (comunidad viene de co-munus = tarea).En Latinoamérica hay una tarea común que nos une geográfica y espiritualmente.
Quisiera finalmente afianzar mi tesis enumerando sus puntos de apoyo.
Primero, es la realización del sueño de Simón Bolívar conformándola con las exigencias de los tiempos.
Dos, es superar la concepción economicista de las relaciones entre países hermanos.
Tercero, es devolver la dignidad a una actividad diplomática que debería ser por excelencia humanista y filantrópica.
Por último, nos abre a un criterio de discernimiento que se basa no en el bien propio sino en el bien común.
Un ejemplo nuestro diferendo con Bolivia habrá de discernirse no en función de los intereses de Chile sino de los del continente Americano.