Nadie puede dudar que la instalación de la Farmacia Popular Ricardo Silva Soto, en la comuna de Recoleta, ha remecido al país completo y ha puesto sobre la mesa, un tema relegado hace demasiado tiempo al olvido y a la indiferencia. Y lo ha hecho de una manera tan potente, que ha destrabado discusiones que hasta este minuto, parecían vedadas o eran parte de los tabúes del supuestamente exitoso modelo chileno.
De hecho, quizás el logro más importante de esta iniciativa es haber puesto sobre la mesa el tema de la salud como un derecho universal, que debe quedar fuera del alcance de la ideología del lucro y lejos del lugar de simple mercancía del modelo neoliberal existente en nuestro país, lo que debiera quedar consagrado en la próxima discusión constitucional que se abre en nuestro país.
El segundo logro importante ha sido rescatar la discusión sobre el rol de los municipios en nuestra superestructura política, ya que a pesar de nuestra evidente falta de atribuciones y recursos, somos los más indicados para diseñar políticas que resuelvan los problemas concretos que afectan a nuestros vecinos y vecinas, lo que indica que ha llegado el momento de transformar de una vez y para siempre a los municipios en gobiernos locales de verdad, con más recursos y atribuciones para asegurar una mejor calidad de vida a nuestros vecinos y vecinas.
El tercer logro, ya en el ámbito de la política, es que incluso la derecha, prisionera de su sobre ideologización neoliberal y en absoluta bancarrota política, anunciara en estos días que se suma a la iniciativa y terminarán, a través de los mismos alcaldes que en un principio la criticaron y tacharon de farsa e inconstitucional, pidiendo que el Estado intervenga el mercado, para mejores precios en los medicamentos, proponiendo que sea la Central Nacional de Abastecimiento (Cenabast), la que compre de manera centralizada, sacando ventaja de su volumen de compra y poder de negociación, para venderle a todas las farmacias.
Como si todo lo anterior fuera poco, se han acelerado los procesos de cambio de leyes y reglamentos que buscan bajar el valor de mercado de los medicamentos, dando cumplimiento a uno de los elementos del programa de gobierno de la Nueva Mayoría encabezado por la Presidenta Bachelet, además de varias iniciativas legales de diversos actores que pretenden ahora, facilitar la instalación de estos verdaderos dispositivos de justicia social en las municipalidades.
No por nada cerca de dos tercios de los alcaldes en ejercicio, han manifestado, antes que la derecha como cuerpo en el día de hoy, su intención de replicar la iniciativa, muchos de los cuales también han manifestado su intención de formar parte de la Asociación Chilena de Farmacias Populares, que actuará con Poder de Compra Municipal y de Dispositivo logístico para asegurar la llegada en tiempos razonables de los medicamentos a las zonas más aisladas de nuestro país.
Hasta aquí todo bien, pero ¡cuidado! No todos los que han manifestado intención de replicar la iniciativa lo están haciendo con las mismas intenciones, ni con la misma honestidad que la original y si bien ya nadie discute la figura de la Farmacia Popular, más allá de que algunos el nombre les provoque dolor de cabeza y náuseas por haber escalado, de la mano de los comunistas, a índices de conocimiento y aprobación casi inexistentes en las políticas públicas por estos días, la discusión que viene es qué tipo de farmacia, con qué cobertura y alcance y con qué intención de fondo las van a montar.
Lo planteo porque la Farmacia popular de Recoleta nace de la convicción del Derecho a la Salud como derecho Universal, por lo que todos los habitantes de nuestra comuna son beneficiarios potenciales de la misma, sin importar el sistema de salud en el que se está inscrito y tampoco el nivel de ingresos familiares que cada familia posea.
En síntesis, en Recoleta todos tienen derecho a tener acceso a medicamentos, tratamientos, insumos médicos y suplementos alimenticios a precio justo, hasta que los transformemos en parte constitutiva del derecho a la salud.
Es importante resaltar lo anterior, ya que algunas municipalidades, fundamentalmente ligadas a la derecha, han anunciado el inicio de procesos de implementación de sus farmacias y a pesar de que han anunciado que lo hacen siguiendo nuestra iniciativa, cuando se mira el detalle, es fácil darse cuenta de que nada tiene que ver con la misma y que simplemente buscan no quedarse afuera en pleno año electoral.
De hecho, una de las diferencias que anuncian es que solo serán para los inscritos en los consultorios, lo que deja inmediatamente fuera del beneficio a esa clase media con la que tanto se llenan la boca y por la que tan poco hacen en realidad.
Otro de los elementos diferenciadores es que insisten en la focalización del beneficio en los más pobres, como si los que no lo son, no tuvieran derecho a tener acceso a precios justos y estuvieran obligados a seguir agrandando las utilidades de los mismos que hace unos años fueron condenados por colusión y que hoy siguen llenándose los bolsillos en un país en donde los delitos de los pobres tienen cárcel y los de los ricos salen gratis.
Por eso reitero, cuidado con la letra chica, sobre todo en estos tiempos en que muchos tratarán de obtener el voto prometiendo cosas que simplemente no harán, porque no creen en ellas. No hay que olvidar que si uno vota por mentirosos luego no puede alegar que se siente engañado.