La libertad de expresión es un derecho fundamental que está consagrado en nuestra Constitución y en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Pero pese a que se trata de un pilar esencial para el buen funcionamiento del sistema democrático chileno, hay quienes no lo entienden así y de distintas maneras emprenden acciones orientadas a horadar su naturaleza.
Una expresión de esto último es lo que ocurrió el jueves 29 de octubre en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, cuando una asamblea extraordinaria (no vinculante), de 130 alumnos, llamó a prohibir que cualquier representante del Estado de Israel pueda expresar sus puntos de vista en actividades en ese plantel. Esto luego de que el día anterior el Embajador israelí diera una charla, programada por la propia casa de estudios.
Resulta contradictorio que alumnos que pertenecen a una facultad reconocida históricamente por ser un espacio que promueve el debate abierto de ideas y su más amplia difusión, y de donde han salido destacadas autoridades del ámbito público y privado –entre ellos, ex presidentes de la República- promuevan la censura y el boicot de las ideas que, en este caso, afecta a un representante del Estado de Israel.
A nadie se le puede negar su derecho a disentir o a defenderse de opiniones que pueden ser legítimas y menos todavía en un claustro que es reconocida cuna de nuestra convivencia democrática.
Aun cuando se trata de un hecho puntual, resulta relevante rechazar sin dobleces estas actitudes cercanas al totalitarismo intelectual. En este sentido, fue valiosa la declaración pública que hizo el decano de la facultad, Davor Harasic, rechazando lo ocurrido y haciendo un llamado a resguardar la libertad de expresión, junto con la carta que firmaron importantes personalidades. Entre ellas destacan el ex Contralor General de la República, Ramiro Mendoza, parlamentarios y actores políticos desde la UDI al Partido Socialista, además de connotados profesores y autoridades de la misma universidad, quienes también condenaron la postura de este reducido número de alumnos.
Como representante público de la Comunidad Judía de Chile, creo necesario alertar sobre situaciones como esta que hoy afectan al embajador, pero el día de mañana bajo cualquier argumento puede considerarse que tal o cual no tiene derecho a defender sus ideas por el extremismo argumental de unos pocos.
Este derecho es un activo que como país no podemos descuidar, porque es la garantía de que todos los sectores de la sociedad sean respetados y valorados de la misma manera.