El alcalde de Ñuñoa Sr. Pedro Sabat ha decidido renunciar a su cargo, en buena hora lo hace.
Detrás suyo deja una comuna profundamente deteriorada, un fantasma de lo que era hace 25 años atrás. Con la normativa vulnerada sistemáticamente, Ñuñoa ha visto proliferar edificios de altura injustificada, sin los condicionamientos que se requieren, en calles estrechas provocando un desolador panorama urbanístico, congestión permanente y sobre todo mucha sombra.
Junto a ello, permitió la proliferación de oficinas en sectores residenciales, en propiedades que no permiten el estacionamiento de vehículos en su interior, provocando la soledad en las horas posteriores a la jornada laboral y por lo tanto el aumento de la delincuencia y la pérdida de una de las características más esenciales de Ñuñoa, sus barrios.
Su obsesión nos ha heredado un elefante blanco que jamás será hospital y en el cual dilapidó millones de pesos de los ingresos municipales, y por el cual parece que no recibirá ninguna sanción.
Despreocupado de la principal arteria de la comuna, Avda.Irarrázaval se ha convertido en centro comercial de segunda categoría abundando locales con poca inversión, debiendo los vecinos trasladarse a otras comunas para realizar sus compras.
Mala la gestión de Sabat, irrecuperable para quienes conocimos una Ñuñoa señalada como la comuna jardín, el negocio inmobiliario fomentado sin restricciones, ni gusto por el Sr. Alcalde llevó a miles de propietarios a ceder a la oferta de constructoras, ante el peligro de quedar hecho sándwich por los premisos de Sabat.
Ñuñoa se vio permanentemente sobrepasada por la gestión realizada por su vecina Providencia; basta con cruzar el límite entre ambas comunas para observar las enormes diferencias entre la preocupación de una por los espacios y sus vecinos y de la otra por favorecer la construcción a como venga de edificios y oficinas.
Poco queda para mantener y difícil tarea la de recuperar la tradición perdida, pero los ñuñoínos de corazón, quien escribe lleva 50 años en la comuna, no hemos perdido la esperanza de que logremos elegir un alcalde que teniendo el corazón en Ñuñoa, se preocupe de aumentar el bienestar de los vecinos más que las arcas de las empresas interesadas en invertir y obtener pingues utilidades.
Adiós alcalde Sabat, esperamos no volver a verlo por estos parajes. Ojalá la luz del sol que Ud. nos ha quitado, pueda ser devuelta con una nueva autoridad.