Estas últimas semanas el país ha estado fuertemente involucrado en la discusión de la “Reforma Laboral” en curso. En diversos foros se ha tratado este problema centrado en el sindicalismo, el que si bien es importante, es bastante menor en función a lo que involucraría una verdadera reforma laboral que impactara significativamente la vida de todos los chilenos.
Paralelamente ha salido en la prensa la noticia de la empresa “Netflix” quien anunció que sus empleados serán beneficiados con un posnatal ilimitado, para padres con hijos biológicos o adoptados, durante el primer año de vida de los niños. Esta confianza hacia los trabajadores se extendió también en la determinación de la prolongación de sus vacaciones. El sustento es que “las personas trabajan mejor cuando no tienen preocupaciones en sus hogares”.
A la par en Gotemburgo, Suecia, ha comenzado un “experimento laboral” que reducirá la jornada laboral de 8 a 6 horas diarias, con el propósito de aumentar la productividad, disminuir los gastos del Estado y tener mayor tiempo con las familias. De esta manera, se esperan menos licencias médicas por enfermedades como estrés y depresión. Las primeras prácticas de la aplicación de estas políticas muestran más energía en los trabajadores tanto para su vida laboral como personal.
A estos antecedentes podríamos agregar varios de países desarrollados como Australia, Nueva Zelanda y Holanda, en los cuales casi todo el comercio cierra a las 5 de la tarde, quedando sólo algunas grandes tiendas “de turno”. El propósito ha sido favorecer la vida familiar de vendedores y compradores, lo cual no ha generado un impacto negativo en el desarrollo económico ni en la contratación de trabajadores, aspectos que habitualmente se esgrimen como limitantes para todas estas medidas.
En países “emergentes” como los nuestros, ¿es posible pensar en jornadas laborales más “humanas” y por tanto, más confiadas en la responsabilidad de los trabajadores? La respuesta de jóvenes, niños y bebés (si pudieran decirlo) lo sustentaría. De hecho, en estos días se han realizado consultas en nuestros jóvenes, sobre si les gustaría una medida como la de Suecia, y la respuesta ha sido unánime: “Sí, así podríamos ver a nuestros padres ya que no llegarían tan cansados”.
Cuán bien haría tener horarios más flexibles y jornadas más cortas en nuestro Chile actual, donde niños y jóvenes poco comparten con sus familias, lo que impacta en temas de afecto, comunicación y formación de valores. Si los padres no llegaran tan tarde, ni tan estresados, la mesa familiar y la conversación afectuosa se reinstalarían impactando directamente a la crisis de valores que hoy presenta el país.
En el caso de los bebés, bastante se avanzó con el alargue del posnatal a seis meses a pesar de la imperfección de algunos aspectos de su puesta en marcha. Espero que las madres y sus familias hayan aprovechado esos meses para entregar mucho amor y oportunidades interesantes de desarrollo y aprendizaje a sus niños.
Finalmente espero que las organizaciones de trabajadores y la sociedad chilena en general empiecen a pensar “lo laboral” más allá de los aspectos que habitualmente aparecen en las discusiones del sector. Nos quejamos de muchos problemas, pero no hacemos nada de fondo para cambiar las situaciones que los producen.
Por ello, sería bueno ampliar la llamada “Reforma Laboral” a aspectos más sustanciales que permitan a todos los chilenos una vida más humana, con sentido y en beneficio de todos, en especial, de las nuevas generaciones.