Es claro que la “cuestión laboral” había estado invisivilizada en los últimos años. Las distintas movilizaciones de la CUT y las organizaciones sindicales, el cuestionamiento de los centros de estudios sobre los apreciables niveles de desigualdad en el mundo del trabajo y los acuerdos CUT- Gobierno sobre el salario mínimo, posibilitaron el envío de la reforma laboral al parlamento y su discusión y despacho para el año 2015.
Mucho se ha escrito de la Reforma Laboral, peyorativamente se ha dicho que es una reforma sindical, que no está en las prioridades de las personas, se ha intentado establecer comunicacionalmente una falsa dicotomía entre el crecimiento económico y la conquista de Derechos Sociales. Pero lo cierto es, que la reforma laboral se hace cargo de una deuda del país en materia laboral y que nos pone en un punto aceptable, en relación a las recomendaciones de OIT.
La reforma laboral que está en discusión en el Senado, establece elementos que sin duda fortalecen al actor sindical como espacio reivindicativo y de ejercicio democrático: la titularidad sindical, el fin al reemplazo en huelga, el piso en la negociación colectiva son elementos que relevan el rol del sindicato en la sociedad chilena, como un espacio socio político que permite la reducción de la desigualdad y el ejercicio democrático de la base social.
Lo anterior, no es baladí si consideramos que en medio de la crisis de confianza los sindicatos cuentan con una importante valoración social. Así, hay encuestas que le dan un 36% de valoración a la CUT y un 39% a los sindicatos ubicándose por sobre organizaciones empresariales y las instituciones de Salud (CERC 2014) y un estudio de la Universidad Autónoma publicado en un matutino respecto a la confianza que le da la ciudadanía a los dirigentes sindicales, los ubica sobre alcaldes, ministros, obispos, senadores y diputados (estudio sobre confianza UA, encargada a CADEM 2015).
Estas encuestas dan cuenta de la legitimación y valoración social que la ciudadanía le otorga a las organizaciones de los trabajadores, especialmente a los sindicatos, echando por tierra aquellas voces que escondiéndose detrás de las cifras de sindicalización (15%) intentan desvirtuar la necesidad de una reforma que fortalezca la acción sindical.
Este 11 de julio la CUT junto a otras fuerzas ciudadanas ha convocado a una manifestación amplia y unitaria, que ponga al centro la necesidad de incidir en la reformas que benefician a los trabajadores, así como también entender que este proceso reformador debe contener un nuevo pacto social y político, es decir, una nueva Constitución que ponga al centro la soberanía de los Recursos naturales, la restitución de derechos sociales y económicos y la concepción de una verdadera Democracia para Chile.