A qué se deberá este honor de los chilenos de la copa América, pero es seguro (y no voy a apostar ahora) porque es obvio que cada uno de ellos tuvo a su lado (quizás sin un padre) una mujer que los parió, les dio teta, les cambió pañales caseros, les dio, entre artesa y artesa, los picados y molidos hasta que crecieron, los llamaron a tomar la leche con y sin chocolate, mientras ellas volvían a enjuagar, los cabros seguían pisoteando tierra, chuteaban una pelota de harapos daban más patadas que pases, gritaban juera, córnier y gol por suerte sin árbitro. Fueron sus madres porque en Chile, de padre ni hablar.
Esas mujeres pudieron también haber ido a la Normal a ser profesoras y criar más chiquillos pero no se podía entonces y no pudieron con tanta cría. Merecieron mandar en Junta de vecinos, llegar a la alcaldía, ser seremis o diputadas y hasta un día senadoras, si se pudiera, si se hubiera podido.
Porque en esta la sociedad deberíamos eliminar los obstáculos a que las mujeres tuvieran liderazgo. Porque hormonas femeninas sólo las tienen ellas, como los estrógenos y la oxitocina que operan en circuitos en su cerebro femenino, junto con los sistemas neuronales que capacitaron y disfrutaron, actitudes pro-sociales de acogida y el buen comportamiento.
¿Acaso no las han oído cantar? ¿Zurcir, tejer, remendar y planchar? Por lo tanto, es importante eliminar los obstáculos a la participación de las mujeres en el liderazgo social.
Por supuesto, no hay duda de que, desde una perspectiva ética NO podemos tener una sociedad en la que uno de los sexos está subordinado al otro; el caso es que ahora, desde una perspectiva científica, parece claro que todo sería mejor si las mujeres jugaran un papel cada vez más importante y vital en la vida cívica.