La empresa Soquimich ha estado en el ojo del huracán por su eventual financiamiento de campañas parlamentarias a políticos de diverso signo. Al igual como ocurre con el caso Penta, el Ministerio Público investiga los posibles delitos y prontamente se pronunciará al respecto.
Mientras tanto, de manera más silenciosa, pero no por ello menos preocupante, se desarrolla un litigio entre la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) y SQM Salar, una de las filiales de Soquimich.
Según el reclamo de Corfo, la empresa que históricamente lideró el yerno de Pinochet, Julio Ponce Lerou, no ha pagado desde el año 2009 el royalty estipulado por un contrato de arrendamiento en el Salar de Atacama. De las salmueras que allí explota obtiene litio, entre otros minerales. Si se incorporan los intereses, la suma total de la deuda ascendería a casi 9 millones de dólares.
La actitud de Soquimich de no responder sus compromisos, daña el patrimonio de todos los chilenos y la fe pública. Por esta razón, adquiere más peso la reciente recomendación de la Comisión Nacional del Litio, instancia promovida por la Presidenta Michelle Bachelet, revisar los contratos vigentes, no ampliar autorizaciones de explotación ni renovarlos bajo las actuales condiciones.
Pero sin duda que la conclusión más importante de la mencionada comisión fue la creación de una empresa nacional del Litio.
A la luz de los antecedentes presentes y antiguos que rodean a Soquimich, entre ellos, haber sido una empresa privatizada durante la dictadura, llegó el momento de que ella pase a ser administrada por el Estado.
En el Salar de Atacama se ubica el yacimiento más importante de Litio a nivel mundial, lo que lo convierte en un mineral estratégico para nuestro país.Por ser un excelente conductor térmico y eléctrico, se puede utilizar en diferentes aplicaciones de alto nivel tecnológico, como medicamentos, baterías para automóviles eléctricos, computadores y teléfonos celulares, y también para fusión nuclear.
Con el Litio se abre una gran oportunidad para pasar de ser exportadores de materias primas a productores de una industria de amplias expectativas, lo que sin duda traerá enormes beneficios para sus trabajadores y trabajadoras.
El interés nacional debe anteponerse por sobre el poder económico que busca torcer la soberanía popular y seguir incrementando sus negocios.