La transparencia es un requisito necesario para la participación ciudadana. Y la participación ciudadana no puede medirse por el acceso de ciudadanos a plataformas de facilitación de trámites y consultas ciudadanas digitales. Es mucho más que eso. Y si hay algo que se necesita para potenciarla, además de voluntad política, es educación.
Hoy en día creamos mecanismos y herramientas de participación ciudadana, pero nos olvidamos que para potenciar su uso educar es clave.
El Estado tiene una gran deuda social en este aspecto y valoramos tremendamente que la Presidenta Bachelet haya tomado en consideración la recomendación del Consejo Asesor Anticorrupción de incorporar la educación ciudadana como parte del currículo educacional de nuestro país. Esto puede contribuir de manera significativa a aumentar el conocimiento de derechos, deberes y responsabilidades de todos los ciudadanos de Chile.
La educación cívica o formación ciudadana, debe ser integral y transversal para no sólo ahondar en lo político, sino en la convivencia social, la cooperación, la diversidad, pero por sobre todo en la conformación de comunidades. La participación ciudadana no puede ser reducida a lo electoral, fundamentalmente porque la democracia es mucho más que una forma de gobierno. Implica también una forma de vida, de vincularse con el resto de la sociedad y con el Estado.
En este sentido, creemos que la escuela debe ser reivindicada como un agente político, en tanto tiene en sus manos la potencialidad de la formación integral de los individuos y ciudadanos (entre otras instituciones). Ciudadanos que deben necesariamente ser interlocutores activos de los gobiernos y con quienes se debe trabajar en conjunto para fortalecer la democracia.
En el contexto que hemos vivido en los últimos meses en donde vimos un quiebre de confianza y, a su vez, un real interés por parte de la autoridad máxima de nuestro país en reconstruirla, es importante pensar no sólo en medidas drásticas de corto plazo, sino también en todo aquello que favorezca el desarrollo de una cultura política más sólida, en la que finalmente se entienda que el futuro y el largo plazo, dependen de la corresponsabilidad de todos los actores. Muchos caminos conducen a la participación ciudadana, el de la educación debe ser transitado.