En Chile, la conmemoración del Día Internacional de las trabajadoras y trabajadores, se da en medio de la discusión del proyecto de Reforma Laboral enviado por el gobierno de la Presidenta Bachelet. Más allá de las valoraciones, las que se podrán expresar una vez que el proyecto sea aprobado en el Senado, dichas reformas marcan un cambio de rumbo luego de 35 años de institucionalidad laboral concebida en dictadura, con un Plan Laboral que inclinó la balanza a favor del capital.
En este contexto y en medio de la conmemoración por las lucha de los trabajadores mártires de Chicago debemos preguntarnos ¿Cuáles son los desafíos de los trabajadores chilenos del momento presente?
Sin duda, la reforma es un escenario más propicio para la actividad sindical. La titularidad sindical tendrá un impacto positivo en la tasa de sindicalización que hoy bordea el 16% (trabajadores públicos y privados). Este hecho obligará a revisar las formas de organización sindical, y a impulsar cambios que permitan mayor democracia al interior de los sindicatos, federaciones y confederaciones.
Por otro lado, la legítima aspiración por una negociación por rama de la producción que tiene como sujeto de negociación a las federaciones y confederaciones, supone que el movimiento sindical más allá de la discusión del proyecto de ley, debe superar los niveles de dispersión y fragmentación que tiene en la actualidad.
Si se quiere ser contraparte de los empresarios en cada área de la producción, se deben impulsar procesos de unidad como los realizados por los trabajadores de la metalurgia y el comercio, quienes han avanzado en negociaciones ramales obteniendo condiciones mínimas para los trabajadores de sus áreas productivas.
Asimismo, y dado que la reforma laboral no vacía el contenido programático de los trabajadores, será un desafío de primer orden profundizar un acuerdo que se proponga avanzar en una nueva institucionalidad laboral y un sistema de pensiones que caminen en la perspectiva de derrotar la desigualdad en nuestro país.
Este Primero de mayo pone a los trabajadores chilenos en un nuevo momento histórico, para el cual fidelizar la tradición histórica de ser sujetos de cambio, asumiendo capacidad de movilización con incidencia en las reformas y transformaciones del país. Para ello, asumir sin traumas ni complejos estos desafíos, así como los avances y triunfos que permitan construir un nuevo relato para el movimiento sindical chileno.