Las tres Presidentas del Cono Sur –Cristina, Dilma y Michelle – de quienes nos enorgullecemos las mujeres del continente, por estos días resisten embestidas de temporales de diversas intensidades.
A Cristina se la acusó de estar involucrada con terroristas iraníes en el atentado a la casa judía AMIA en Buenos Aires bajo el gobierno de Carlos Menem, y donde el fiscal a cargo de la causa, designado por ella, un día apareció muerto en circunstancias que aún se investigan.
A Dilma, por los enormes grados de corrupción que se han destapado en Petrobras, la industria nacional del petróleo más grande de Brasil, responsabilizándola de haberse extraído platas fiscales para financiar campañas de su Partido de los Trabajadores.
A Michelle, porque la esposa de su primogénito, que la acompañaba en La Moneda como príncipe consorte, realizó una especulación inmobiliaria muy común en ciertos sectores, pero ciertamente reñida con la ética, aprovechándose del parentesco familiar.
Se da la coincidencia de que las tres Primeras Mandatarias ejercen simultáneamente este alto poder del Estado, fueron elegidas y re-elegidas en elecciones democráticas; que las tres se formaron en la dura lucha contra las dictaduras militares que azotaron sus países en décadas recientes, y que las tres conducen gobiernos de centro-izquierda.
Cristina es de una nueva rama del peronismo, el kirchnerismo, que logró sacar a la Argentina del caos en que estaba sumido luego del “argentinazo” de 2001, cuando el pueblo indignado salió a la calle gritando “¡Que se vayan todos!” y en una sola semana se sucedieron 5 Presidentes.
Hoy día, Argentina vive en una democracia normal, donde la oposición ataca desde distintos frentes y el gobierno se defiende con el apoyo de casi la mitad del Parlamento. Próxima a terminar su segundo mandato, el PIB está cerca del 9 %, y aunque la inflación aumenta, se han desprivatizado los servicios públicos básicos — como el sistema de pensiones, los transportes, el petróleo–, creado 6 millones de nuevos empleos y puesto límite a la concentración de medios.
En el caso de Dilma, quien conoce bien el problema porque fue Ministra de Energía y condujo en el pasado la gigante Petrobrass, ha prometido fuertes sanciones contra los corruptos. Y aunque la economía de su país atraviesa por un mal momento, su gobierno tiene la más baja tasa de desempleo en años. De modo que quienes protestan no son los trabajadores sino la elite que quiere desestabilizar su gobierno.
Un gobierno que ha llevado al Brasil a integrar el selecto grupo de economías emergentes en los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
El caso de Michelle es más insólito. Hasta hace dos meses, pese a los ataques de partidos y prensa opositora habría logrado cumplir la primera etapa de su programa de grandes reformas en pro de disminuir la desigualdad social: nueva legislación tributaria, cambio a un sistema electoral proporcional, primeras leyes de una profunda reforma educacional.
Y justo cuando las encuestas públicas confirmaban su incremento en la aprobación popular, cuando no podían encontrar nada negativo en su gestión de jefa de Estado, apuntaron al flanco más débil de toda persona: el familiar.Un medio de la oposición de derecha devela un yerro de su hijo, quien ocupaba un cargo no remunerado en la Presidencia de la República. ¿Cuál fue ese yerro? Haberse dejado utilizar por su esposa, una mujer que utilizó el parentesco político para enriquecerse en una especulación inmobiliaria. Si bien el negocio no fue ilegal, sí fue una falta ética grave que hirió profundamente los principios del gobierno.
Hasta hoy no le perdonan el traspié del hijo, o mejor dicho, de la nuera, pese a que retiró al hijo del cargo público que detentaba en un escueto pero sentido anuncio público. Pero todavía hay quienes piden más… ¿Qué reniegue del hijo…?
Me pregunto si le habrían exigido algo parecido a un Presidente varón.
Por el momento, Cristina ha sido sobreseída de sus imputaciones. Dilma prepara medidas contra los corruptos. Michelle dejó en manos de la Justicia la acusación contra su nuera y sigue avanzando en su programa mientras combate catástrofes naturales.
Tras los continuos ataques a nuestras tres Presidentas del Cono Sur, que los medios transnacionales divulgan más que sus logros, queda la duda, ¿las atacan porque son mujeres y les molesta una mujer gobernando…? ¿O las atacan porque las tres provienen de la izquierda y tratan de cambiar de distintas formas el modelo neoliberal que tanta desigualdad ha producido en nuestros países?
Nota: la columnista es autora del libro “Presidentas ABC”, recientemente editado por Editorial Momentum.