Chile necesita mayor autonomía y poder local. Nuestra diversidad es difícil de gobernar adecuadamente con este nivel de centralismo. La elección de intendentes y el proyecto de ley sobre descentralización, impulsados por el actual gobierno apuntan a superar algunos de estos problemas. Sin embargo, debemos preguntarnos ¿qué otras acciones son necesarias para mejorar la calidad de vida en las regiones?
Según la última CASEN, el promedio nacional de ingreso derivado del trabajo mensual por hogar es de $629.000. Mientras para el primer quintil es de $63.697, una familia del décimo quintil recibe $2.299.780. Es decir, 36 veces más. Ello explica nuestro triste lugar de avanzada en los rankings de desigualdad global.
Ello se expresa, también, en el ámbito territorial. Mientras en la Región Metropolitana es $803.000, en Maule y la Araucanía llega a los $420.000, prácticamente la mitad. Sólo Antofagasta supera a la capital. Al interior de las regiones se da un problema similar. No puede olvidarse tampoco la brecha de género, que muestra que las mujeres son aún más discriminadas.
¿Por qué una ejecutiva de ventas en Coquimbo (ingreso promedio $551.000) gana menos que un ejecutivo de Santiago? Hay explicaciones fundadas en factores como la productividad, los costos y rentabilidad de las principales actividades productivas y en el mercado laboral, que debemos enfrentar.
Ello exige una acción eficaz del Estado para el fomento de sectores relevantes, colocando incentivos atractivos y potenciando polos productivos según las particularidades y ventajas de cada región. Se requiere complementar autonomía local real con un rol del nivel central para definir aspectos estratégicos, como energía, conectividad y obras públicas y apoyar a los territorios y actividades más rezagadas.
Debemos revalorizar especialmente el rubro agrícola, sumando tecnología y mano de obra capacitada, lo cual requiere de un rediseño de políticas públicas, repensando el rol del INDAP para enfrentar estos nuevos desafíos.
El objetivo es avanzar de una economía exportadora de materias primas, que utiliza intensivamente mano de obra poco calificada hacia una que agregue valor, mediante la preparación del capital humano – a lo que apunta la reforma educacional – y el énfasis en innovación, ciencia y tecnología. Experiencias como la producción de energías alternativas en la Región de Coquimbo son interesantes, pero para que se traduzcan en verdadero desarrollo deben lograrse encadenamientos a nivel local.
La regulación del mercado laboral es también fundamental. La negociación colectiva es imprescindible para equiparar las remuneraciones que se obtienen en diversas zonas del territorio.
Eliminar la desigualdad de nuestra sociedad es el sentido del “Chile de Todos”. Las regiones no pueden seguir esperando, adormecidas en la desesperanza. Las reformas deben también cambiar el rostro de cada una de ellas y llegar a los hogares.
Co autor Farid Seleme, Presidente nacional de la juventud del PPD