Hace unas semanas, el diario británico The Guardian bautizó a ‘Los Carlos’ como los padrinos de la política chilena.
Carlos Lavín, tras el primer día de la formalización, retrucó al fiscal Carlos Gajardo por haber calificado a Penta como una máquina para defraudar al Estado: “Nos presenta como una mafia, como si nosotros fuéramos Al Capone o algo parecido y empresas Penta es una máquina para dar trabajo”.
El tono desafiante hacia la lupa de la justicia demuestra la realidad paralela en la que habitan los principales controladores del holding, quienes, hasta su ingreso a la cárcel anexo Capitán Yaber, se creían intocables y con licencia de impunidad.
Su poderío fue construido de manera ilegítima al alero del proceso privatizador de la dictadura y tras analizar su trayectoria, se devela el puzzle de cómo fueron amasando sus oscuras fortunas.Gracias a información privilegiada, tráfico de influencias y otras maniobras truchas lograron, hacia fines de la década de los ’80, apoderarse del Instituto de Seguros del Estado, actualmente su principal área de negocios.
Antes de engordar su patrimonio, ‘Los Carlos’ fueron entusiastas funcionarios de Pinochet. Lavín se desempeñó como Superintendente de Seguros, mientras que Délano lo hizo como asesor del ministerio de Salud entre 1977 y 1978.
Los ‘Penta Boys’ descienden ideológicamente de los ‘Chicago boys’. Se formaron en la Universidad Católica, institución que a partir de 1956 firmó un convenio de pos grado con la Universidad de Chicago, donde dictaba clases el economista Milton Friedman, padre del neoliberalismo.
En esa casa de estudios, ‘Los Carlos’, estudiantes de ingeniería comercial, conocieron al profesor Manuel Cruzat, líder del otrora poderoso grupo económico de la dictadura y que hoy es investigado por la justicia por los contratos forward con Penta.
En las salas de clases se conocieron con el ex presidente Sebastián Piñera y Juan Bilbao, hoy acusado por la Superintendencia de Valores norteamericana de usar información privilegiada para ganar 10 millones de dólares por la compra de ex Laboratorios Recalcine.
Cruzat es uno de los co-autores del “El ladrillo”, el manual de cabecera neoliberal que tras el golpe de Estado se encargó de cimentar ‘el milagro económico’ del dictador y que puso fin al Estado de bienestar. Buena parte de las reuniones de elaboración del documento se realizaron previamente en Suecia 286, Providencia, casa que muchos años después se convertiría en la actual sede de la UDI. Esa vivienda es simbólicamente el bastión del neoliberalismo.
Del proceso de privatizaciones de la dictadura también se sirvió el yerno de Pinochet, Julio Ponce Lerou, quien pasó a controlar la Sociedad Química y Minera de Chile, Soquimich (SQM). El empresario es investigado por el Caso Cascadas.
El escandaloso caso Penta ha permitido develar el mapa del poder de los grandes grupos económicos y sus nexos con la política, especialmente a través del financiamiento de campañas políticas de la derecha y el tráfico de influencias para favorecer negocios.
El fundamento de la concentración fue ilegítima y, como puede apreciarse en varios casos que investiga la justicia, estamos en presencia de una serie de delitos de cuello y corbata.
Es clave para fortalecer la democracia separar las aguas entre política y dinero porque, de lo contrario, se genera corrupción. Se valora la propuesta que elabora el gobierno para avanzar en la modernización de la política.
La semana pasada, nuestra bancada ingresó una indicación al proyecto legislativo sobre Fortalecimiento y Transparencia de la Democracia, que busca cesar en el cargo a aquellos diputados o senadores que excedan el límite del gasto electoral o reciban aportes de personas jurídicas.
Asimismo, se torna urgente avanzar con decisión en la persecución de los delitos económicos para terminar con la impunidad. A su vez, debemos actualizar nuestra legislación para castigarlos severamente.
La ciudadanía ya no aguanta más abusos y quiere pasar la boleta a los delincuentes de cuello y corbata.