Se ha caricaturizado tanto los conceptos de clase social, lucha de clases, explotación, estatismo, vuelta al pasado, que el debate sobre leyes laborales no se ve como una genuina lucha de clases. Si Ud. le pone el título de conflictos de intereses entre empresarios y trabajadores, ahí lo acepta; aún Marx lo aceptaría. Marx no inventó la lucha de clases, ni su concepto; tampoco el de explotación que es bíblico.
Juan (Giovanni) Bernardone (San Francisco) hijo de Pietro exitoso comerciante en telas, entre siglos XII y XIII, se une a la juventud burguesa incipiente y a otros grupos, se arman y se enfrentan con los señores feudales (los mayores, que tenían el poder) de Asís para distribuir el poder (lucha de clases); los feudales se alían con los de Perugia (clase de señores feudales) y los derrotan. Juan cae prisionero.
En prisión Dios le pregunta: Juan ¿a quién quieres servir: al Señor o al siervo? Para la Clase Divina los señores feudales, los reyes, los seres humanos son simples siervos. Juan amante de la cultura francesa (Francesco) eligió servir a la Clase Divina; se diferencia de los mayores (señores feudales, dirigentes con poderes) fundando una orden de “menores,” sin poder social-político, económico o sexual: votos de obediencia, pobreza y castidad.
Los movimientos burgueses, del campesinado, de ciudadanos, no contra los señores feudales y reyes, sino que para reclamar sus derechos de seres humanos con igualdad de dignidad frente a ellos, congregaron a millones de seres humanos. La historia contada por ganadores ignoró esta lucha, pero no la pudo suprimir.
Oliver Cromwell no hubiese tenido éxito en derrotar y matar al rey para instaurar la República inglesa, si no hubiese habido una mínima ansia de liberación del rey o poder feudal en el pueblo inglés, irlandés y escocés. Tampoco la Revolución Francesa ni las “luchas” independentistas americanas hubiesen sido posibles. Todos pretendían liberarse de las clases o poderes monárquicos y feudales y defender las “clases republicanas”.
Clase es un conjunto de personas con características de posición socio-económica-etno-culturales similares y que defienden intereses de propiedad y concepción de mundo. Pero esos intereses a veces son contrapuestos entre los grupos o clases. La genialidad de Marx es darse cuenta que se crean clases irreconciliables debido a la relación incorregible con la forma de producción y los sistemas de propiedad que hay en ella, y de estas relaciones depende todo el sistema legal que se adecúa para mantener estas relaciones de clases en forma oculta a la conciencia (ideología en el sentido marxiano).
Los que sinceramente quieren disminuir la inequidad y crueldad del sistema en que vivimos, deberían darse cuenta y aceptar esta realidad irreductible. El sistema de propiedad y de poder asimétrico es insuperable en el capitalismo: el empresario es el propietario de los medios de producción y es el que tiene el poder de decisión final sobre todo.
En cuanto a la propiedad el empresario lo tiene todo, los trabajadores nada, la desigualdad es infinita e insuperable por las leyes que nacen de y reproducen el sistema capitalista. El empresario decide sobre salarios, inversiones, cierre de la empresa, contratos, etc., directa o indirectamente.
Las leyes laborales pueden atenuar un poco sus decisiones pero indirectamente puede conseguir todo lo que quiere, especialmente en Chile, pero ya no en Europa o en los países civilizados laboralmente (casi todos menos Chile). Entiendo que el esfuerzo de la ministra del Trabajo y de la Nueva Mayoría es actualizar las leyes laborales chilenas al nivel que tienen en esos países.
Esto ha motivado la calificación de los ignorantes como “lucha de clase a muerte”, vuelta al pasado, estatismo y otros descalificativos. Los que así se expresan no reparan que la lucha de clases incluye el lobby empresarial-parlamentario que pervierte la democracia, la creación de varios sindicatos en una empresa (uno palo blanco del empresario), la mantención de una reserva de cesantes para abaratar los salarios por la amenaza de despido, la evasión tributaria y decenas de prácticas que vemos a diario.
El trabajador lucha por un salario y reajuste justos, condiciones humanitarias de trabajo, participación en la empresa, seguridad social y laboral, etc. La mantención de la inequidad prueba que la lucha de clases está presente.
En cuanto a volver al pasado, en la relación empresario-trabajador, son estos grupos los que han llevado a Chile a una verdadera anterioridad: al feudalismo (fin de la reforma agraria, apropiación de la tierra y de las empresas del Estado, de la educación y salud públicas, con la venta de Chile al extranjero, etc.).
La lucha de clases como lucha entre los intereses distintos de los grupos humanos es universal e inevitable (minorías étnicas y sexuales) y es esperable que no se extinga nunca porque desarrolla la vida humana.
Lo que debe superarse es que un grupo luche por su realización de lo que le parece lícito matando, torturando, exonerando, exiliando como ocurrió con la Dictadura Militar en Chile, o con la implantación del capitalismo que, sólo en la minería, por condiciones inhumanas de trabajo, carga con millones de enfermos y muertos, además de los niños y adolescentes que morían como moscas explotados en las factorías desde hace tres siglos trabajando por más de 10 horas diarias.
En la empresa la acción de los trabajadores (incluidos gerentes y empresarios) produce mercancías que en el mercado rinden ganancias; de éstas el empresario decide cuánto va a distribuir entre los trabajadores (salarios) y cuanto queda para él, para mantener la empresa, aumentar el capital, comprar materias primas, etc.
No puede distribuir todo en salarios y debe sacar de los salarios para los otros menesteres y es allí donde surge la explotación. ¿Cuánto deja de dar a los trabajadores, menoscabando el salario justo (que nunca ha sido fijado) para sus otros gastos? Aquí surge la usura y el lucro desmedido.
En una empresa cooperativa donde los trabajadores toman todas las decisiones, esto deja de ser un problema porque todo se acuerda en la comunidad que es la empresa.
En los sistemas actuales europeos cada vez más los trabajadores participan en las decisiones empresariales. Pero el sistema capitalista es inexorable; en el no puede haber equidad y la desigualdad no puede sino que aumentar (transnacionales más poderosas incluso que los países) y tampoco puede haber genuina democracia: los trabajadores no eligen a sus patrones.