Este último tiempo hemos sido observadores de grandes exposiciones y debates donde las partes más que dialogar prefiere confrontarse. Los foros públicos al parecer son espacios que se aprovechan para amplificar su visión, muy marcada por sus ideologías, pero sin el más mínimo interés de escuchar al otro y buscar puntos de encuentro.
La interpelación al ministro de Educación, el Encuentro empresarial de ENADE, la intervención de Evelyn Matthei, el video de la UDI, entre otros. Creo que estamos cayendo en un tono y estilo del debate que habíamos olvidado y que nos recuerda más esos momentos de la década del 60 y 70.
Descalificar, con un lenguaje liviano y falta de respeto, no conduce a nada, la incontinencia verbal de la ex candidata presidencial de la Alianza lo único que logra es enlodar su propia imagen. Sus palabras parecen estar más llenas de rabia y odio que de un interés real por el futuro del país.
Ahora lo que más avergüenza, es que haya caja de resonancia que aplauden ese tipo de lenguaje y lo más cuestionable es que es un partido que se dice tener una base cristiana católica, la que está absolutamente alejada al mensaje de Cristo y no responde en absoluto a lo que hoy señala el Papa Francisco.
Utilizar el parlamento para un verdadero diálogo de sordos, no solo es un sinsentido sino una real pérdida de tiempo en momentos en que hay mucho que legislar y los tiempos se hacen cortos. Cada minuto de un parlamentario es un costo para el país y por lo mismo su mal uso, en definitiva es una verdadera ofensa para todos los ciudadanos que ellos representan y que los financian.
Por su parte es claro que el ministro Eyzaguirre no fue por voluntad propia. Ahora, considero que en sus palabras faltó algo de humildad, para reconocer al menos el error que gran parte del país e incluso en la Nueva Mayoría se coincide, el de haber partido por el final y no por el principio.
En efecto, al parecer hay clara coincidencia que se debía haber iniciado todo este proceso por la desmunicipalización y la mejora de la realidad docente, para tocar los principales pilares de la calidad, aun cuando también entendemos que todo de alguna manera afecta esa calidad.
Los empresarios, con la soberbia que al parecer les caracteriza, sin un dejo de humildad, después que muchos de sus pares han abusado tanto de la población como de las propias leyes del mercado, han trasgredido normas, han afectado a otros pequeños empresariosy todo motivado por un solo fin: ya no el razonable lucro, sino la codicia.
La misma que el Papa Francisco ha cuestionado de manera clara y precisa en la Alegría del Evangelio: “La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica, ¡la negación de la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. La crisis mundial que afecta a las finanzas y a la economía pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo.”(55).
Lo señalo así explícitamente porque en su gran mayoría los grandes empresarios nacionales se declaran muy católicos, pero en ellos generalmente la ideología se superpone sobre su fe.
Es cierto, no son todos y hay muchos empresarios honestos y consecuentes. Sin embargo, ante esta realidad evidente, que ha dañado a muchos para no decir a gran parte de la población,uno esperaría una mirada y una actitud más humilde, más dialogante, más en la búsqueda real de un bien común.
Sin embargo en su tribuna, muy por el contrario, amplifican la incertidumbre que afecta al mercado y con falta de suficiente autocrítica enjuician la actitud de otros como el gobierno.
También tenemos que reconocer que el Gobierno y la Nueva Mayoría han tenido conductas equívocas frente al mundo empresarial. Han existido frases muy poco felices de parte de algunos, que naturalmente generan una brecha entre el sector público y la empresa privada. Pero después, sin reconocer su error sin ser muy claros en su posición como conglomerado, piden generar una alianza pública- privada para sacar la economía adelante. Aquí hay algo de incoherencia.
El respaldo de los votos, genera un derecho y un deber. El derecho a gobernar y el deber de buscar siempre lo mejor para el país y eso solo se construye en el sano debate de ideas, en el diálogo fecundo, en el respeto al adversario sea quien sea y en la no descalificación.
Lo claro de todo esto es que nadie está en condiciones de tirar la primera piedra, o erguirse en poseedores de la verdad absoluta que justifica sus diatribas y posiciones sin respeto al otro y al país.
Nadie, absolutamente nadie está libre de sus propios errores, equívocos y vergüenzas. Por lo mismo requerimos actuar con mayor humildad. Por favor busquemos una manera diferente de dialogar, respetando al otro, buscando el bien de Chile y transparentando nuestros reales intereses.No digamos una cosa que en definitiva encubre otra. El debate de ideas es absolutamente necesario y propio de la democracia, pero la confrontación, lo que busca es descalificar y destruir, lo que es ajeno a la democracia.
Chile solo podrá gestar un mejor futuro en la medida que todos juntos construyamos una cultura del diálogo, del respeto, del interés en descubrir la parte de verdad del otro.
El Papa Francisco lo dice en el citado documento con mucha mayor sabiduría: “De este modo, se hace posible desarrollar una comunión en las diferencias, que sólo pueden facilitar esas grandes personas que se animan a ir más allá de la superficie conflictiva y miran a los demás en su dignidad más profunda. Por eso hace falta postular un principio que es indispensable para construir la amistad social: la unidad es superior al conflicto. La solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierte así en un modo de hacer la historia, en un ámbito viviente donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida.”(228)