La comisión asesora presidencial en materia de descentralización ha entregado su informe a la Presidenta Bachelet. Y, con el, las regiones nuevamente se toman la agenda y levantan su voz, con razón y en justicia.
Hoy, quiero recordar una historia que, desde la región de Magallanes no olvidamos y que a propósito de los debates actuales cobra especial relevancia.
Fue el 21 de octubre de 1520 cuando las naves del navegante portugués, a nombre de la corona española, Hernando de Magallanes se presentaron frente a la boca oriental del canal que llevaría su nombre, teniendo al frente un cabo que denominaron de las Once Mil Vírgenes, hoy Dúngenes.
El descubrimiento del Estrecho de Magallanes ha ocupado largas páginas de historia.Estamos en la cuenta regresiva hacia el 2020 cuando se cumplan los 500 años de dicho acontecimiento que marcó el real inicio de la historia geográfica de Chile y de nuestra región austral.
Nos reencontramos todos los días con el Estrecho de Magallanes, que nos da, navegación marítima y conectividad, cercanía y lejanía con el resto del mundo, pesca, turismo y petróleo, vía de acceso hacia la Antártica y que une los principales océanos del planeta y seguimos redescubriendo este canal que une el Atlántico con el Pacífico y nos vincula con el resto de Chile y el mundo.
Nuestro reencuentro con el Estrecho, es hoy como espacio esencial de nuestra identidad austral y patagónica y como producto turístico e ícono geográfico que atrae a miles de visitantes de todo el mundo que quieren encontrar en sus aguas el recuerdo de la hazaña pionera de Hernando de Magallanes y de la vida cotidiana de nuestros pueblos originarios que en sus canoas singlaron sus difíciles aguas, para sobrevivir ayer y ellos hoy gozar de las bellezas escénicas, los paisajes, las ciudades y localidades tributarias del Estrecho.
Un amanecer en el Estrecho de Magallanes, visto desde Punta Arenas, sorprende a los visitantes con el sol surgiendo del fondo de sus aguas y no de la Cordillera, puede ser un momento fotográfico capaz de convertirse en un recuerdo imborrable para los lejanos habitantes de Europa, América del Norte, Asia y de nuestro propio país que nos visitan.
El Estrecho es nuestra responsabilidad y nuestra herencia como región.
Junto con cuidar y proteger sus recursos naturales y su calidad ambiental, tenemos la oportunidad de construir alrededor de este rasgo geográfico una potente simbología de identidad para promover, así como un marco de políticas públicas que permitan proyectar su uso sustentable.
El Estrecho de Magallanes es parte de nuestra identidad, de nuestro sello de pioneros en el extremo austral del continente y del mundo, donde nacen Chile, América y el mundo.
Así también, este es un momento propicio para asumir que una buena parte del futuro turístico y del comercio de la región de Magallanes en un mundo cada vez más globalizado estará seguramente asociada a la navegación marítima y a la conectividad que seamos capaces de desplegar y fortalecer a través del Estrecho.
Por eso, y otras razones, esperamos que las medidas descentralizadoras y que otorgan autonomía y poder a las regiones sean pronta una realidad.